Faltan minutos para las 10.30 y el manto blanco que tapa el nuevo memorial para los 13 caídos de la región en la guerra de las Malvinas es retirado por ex combatientes y familiares de las víctimas. En este rincón del Paseo de los Ilustres del cementerio El Salvador ya existía el monolito donde descansan los restos de Felipe Gallo, el soldado rosarino que sobrevivió al hundimiento del crucero General Belgrano, el 2 de mayo de 1982, pero falleció días después por las heridas.

Es el 41º aniversario del estallido del buque atacado por un submarino inglés que provocó 323 muertes, la mitad de los soldados argentinos que perdieron la vida en las islas del sur, pero también el primero desde que se recuperó la historia del soldado Gallo.

La tumba estuvo 40 años olvidada en esa necrópolis hasta que Fernando Vitale, un ex combatiente que participó del rescate de los 770 sobrevivientes del Belgrano, se propuso salvarlo del olvido. 

Este martes, entonces, se presenta el “espacio de memoria con 13 hijos de Santa Fe que defendieron la soberanía”, describe la locutora, y también se consolida al 2 de mayo en la agenda oficial de conmemoraciones de la ciudad por el conflicto bélico con el Reino Unido. 

“Hemos recuperado un lugar de homenaje”, define Claudino Chamorro, el titular del Centro de Ex Combatientes de Rosario. Recuerda que cuando volvieron de la guerra se propusieron “contener a los que estaban mal y también a nuestros héroes” y completa: “Hoy en Argentina, a lo largo y lo ancho, siempre hay un reconocimiento y seguiremos recordando hasta último días y después nuestros hijos”.

Después pasa al frente Santiago Gallo, el hijo de Felipe que tenía meses de vida cuando su padre falleció y se fue a Buenos Aires con su madre. Agradece por el mausoleo renovado, lo señala y se emociona. “No pude conocer a mi padre pero después del acto del año pasado -cuando se hizo la recuperación de la memoria de Gallo y la reubicación de sus restos- me siento muy cercano a él. También he conocido a mis tíos”, señala Santiago.

Entre aplausos se abre paso para abrazarse con Fernando Vitale. Los dos se emocionan. Santiago contará después a Rosario3 que por su profesión de “soldador de cajas metálicas para ataúdes” tiene una conexión especial con el tema.

El secretario de Cultura municipal, Dante Taparelli, recuerda el proceso de 2022 cuando “descubrimos que acá teníamos enterrado a un héroe”. Se agacha y agarra un manojo de tierra del piso. Dice que la primera idea para el nuevo memorial fue ir a buscar tierra de Malvinas pero, contó, para qué “si las islas son argentinas y qué más simbólico que el Monumento a la Bandera, que fue lo que ellos fueron a defender”.

El espacio de memoria a sus espaldas fue hecho con madera de quebracho del Chaco, adoquines del viejo puerto de Rosario y fragmentos de mármol del Monumento. Corona un objeto de una tumba demolida que es la llama de la vida: “la vida eterna de la memoria”, dice el secretario y artista plástico. Al monolito con los restos de Gallo se sumaron pequeños tótems con fotos y nombres de los otros doce caídos del Gran Rosario: Alberto Aguirre, Oscar Álvarez, Jorge Cicotti, Sergio Desza, Daniel Esturel, Juan Gregori, Roberto Lobo, Saverio Maragliano, Aldo Patrone, Héctor Rolla, Soriano Sotelo y Alfredo Vázquez.

Uno de ellos, Esturel, también comparte la particularidad de ser una víctima del Belgrano pero como sobrevivió unos días y fue hallado en una balsa sus restos fueron enterrados en Granadero Baigorria. Su madre, Gonaria, y su hermana, Sonia, estuvieron presentes. Y este martes al mediodía hubo un segundo homenaje en esa localidad vecina (en un monumento inaugurado el año pasado).

Entre los familiares también están Gabriela Desza, hermana del soldado del Ejército, el último caído de la guerra, y Mónica Vázquez, que viene a homenajear al teniente aviador. Desza tiene su plaza en zona norte y Vázquez en 27 de Febrero y Dorrego, donde se recuerda el 8 de junio su derribo. Ellas hablan también del dolor familiar que arrastra esa pérdida y de la reparación que implica este tipo de actos.

“La carne se va y lo único que nos queda es la memoria”, cierra su discurso Taparelli. Agrega algo más en diálogo con Rosario3: “La idea es que esto forme parte de los memoriales de Malvinas y como vemos la memoria por Malvinas está cada vez más fresca”.

“El Paseo de los Ilustres es un Paseo de Las Memorias, parte del proyecto de reconvertir el cementerio El Salvador en un Museo de las Memorias. Cuando nos vamos, nuestro cuerpo es aire y viento. Seguimos viviendo mientras estamos en la memoria de alguien. La memoria es importante para no repetir errores del pasado y también para construir a futuro. Es el ADN de la gente”, concluye.

Cada 2 de mayo, de ahora en más, éste será el escenario para mantener vivas estas historias y reeditar los abrazos.