Santiago, el hijo del cabo Felipe Gallo, uno de los caídos en la guerra de Malvinas de Rosario cuya historia se recuperó el año pasado tras 40 años de olvido, vuelve al cementerio El Salvador este martes 2 de mayo. Es un acto aniversario del hundimiento del crucero General Belgrano y la construcción de una nueva fecha de conmemoración para la ciudad. Para él que viene desde Buenos Aires es la posibilidad de reencontrarse con ecos de su padre, con sus tíos, con parte de lo que es y estuvo suspendido en el tiempo.  

“El acto del año pasado fue muy fuerte y emotivo para mi, de mucha magnitud. Estar acá después de tanto tiempo. Conocer a mi familia. Para mi esto es normal pero no así”, reflexiona Santiago este martes. Cuando dice que “esto es normal” se refiere a estar en un cementerio y entonces aclara: “Yo soy funebrero”.

“En Buenos Aires trabajo de esto, cargo los cajones, soy uno más. En realidad soy soldador de cajas metálicas para ataúdes”, cuenta a Rosario3 a pasos del nuevo mausoleo de su padre. La revelación surge recién ahora a pesar de haber charlado el año pasado, cuando vino a sellar la memoria de su papá, el héroe de Malvinas que era más una sombra lejana que una presencia.

Ana Isla/Rosario3

Si algo desnudó la pandemia del coronavirus fue la importancia de los rituales. Compartir nacimientos y despedidas. Abrazarse y encontrarse con otros. Santiago tiene 42 años y tres hijos. Tras la muerte de su papá, se fue a Buenos Aires con su madre cuando era bebé. Allá rearmaron su vida. Tuvo un padre de crianza que lo acompañó. Pero recién ahora, en este nuevo proceso puede encajar ciertas partes de su vida. Como por ejemplo aquel encuentro con un viejo colega hace 20 años.

–¿Vos sos el hijo de Felipe Gallo? –le preguntó a Santiago Juan Callejos, otro soldador de ataúdes de Buenos Aires.

–Sí.

El hombre le dio un abrazo fuerte y se echó a llorar, y después completó.

–Soy Juan, yo soldé a tu papá.

Santiago dice que no terminó de entender el peso de esa frase. “¿Qué le pasa a este loco?” pensó. Hace el gesto de que le entró por un oído y le salió por el otro. “Recién entendí todo el año pasado”, resume. Su hija, la nieta del cabo electricista fallecido por las heridas en el ataque al Belgrano, lo escucha. Norma, su tía y hermana de Felipe, recuerda lo difícil que fue para la familia aquel momento.

“El cuerpo de tu papá demoró una semana en llegar a Buenos Aires y tuvimos que reconocerlo allá”, le cuenta Norma. Hablan de su historia familiar. Se sorprenden que tanto en Buenos Aires como en Rosario circuló la versión de que Felipe estaba vivo. Los dos lo refutan. Santiago piensa un segundo y le pregunta.

–¿Vos tenés fotos de mis abuelos? Me gustaría conocerlos.

Ana Isla/Rosario3

Ellos siguen hablando a un costado del acto oficial encabezado por autoridades de la Armada, una guardia de honor, ex combatientes (en especial Fernando Vitale, el dos veces rescatista de Gallo) y el secretario de Cultura de Rosario, Dante Taparelli. 

Vitale, primero, y Taparelli, después, son los impulsores del nuevo memorial por Malvinas en el Paseo de los Ilustres de El Salvador. Hacer del cementerio un espacio de las memorias. “Esto no es un depósito de los muertos, es un depósito de las vidas”, sintetiza el artista plástico y secretario de Cultura.