Pablo Montenegro

Asumido como inferior, casi un sparring. Así jugó Central, como no quería Abreu que se tratara a su equipo, según sus propias declaraciones. Pero Central jugó ante Boca sabiéndose menos, corriendo de atrás, moviéndose al compás de lo que dictaban Gago y compañía y sin proponer ni mponer su idea de juego. Y el Xeneize lo echó de la Copa Sudamericana con una goleada inapelable.

Fue 3 a 0 en la Bombonera, con dos goles de Chávez (a los 20’ y 25’ del primer y segundo tiempo respectivamente) y del chileno Fuenzalida, a los 38 del complemento. Goleada propiciada, además del buen funcionamiento del local, por la temprana expulsión de Acevedo, que dejó a Central con diez desde los 35 minutos del primer tiempo.

Central no hizo pie en ningún momento. De hecho, sacó barato el 1 a 0 del primer tiempo. Porque no llegó con real peligro casi en ninguna ocasión. El esquema de tres cinco no le dio resultado a Russo, que intentó revertir aquel dominio futbolístico de Boca en el primer tiempo en Arroyito. Pero no solo que fracasó, sino que la hegemonía boquense pareció acentuarse.

El gol se veía venir. A los 11’, Marín probó de lejos a Caranta, que sacó su primera gran pelota de la noche. Un rato después, Berra se quedó corto en una cobertura y Caranta debió hacer falta fuera del área. Hasta que a los 20’, Erbes metió un pase profundo para Calleri, este la rebotó para Chávez y el zurdo metió una volea impactante para estampar el 1 a 0.

Lejos de salir enfurecido a buscar el empate, siguió siendo estéril el andar canalla en el medio y Boca siempre dio la sensación de superioridad. Domínguez intentó de lejos a los 23’, pero nada como para poner en jaque a Orión. La primera llegada clara centralista se dio a los 41’, cuando Abreu casi concreta luego de una mala salida defensiva. Pero eso y nada más. El final del primer acto pareció un premio para los de Arroyito.

Y en el complemento, pese a algún espasmo centralista (como ese intento de Barrientos, que sin ángulo pateó al primer palo y afuera), nada cambió en la tónica del juego. Central, con diez, no supo cómo contrarrestar la circulación boquense, y a los 25 la historia empezó a definirse: centro de Gago, cabezazo de Chávez y adentro. El 2 a 0 ya lucía imposible de remontar para este deshilachado Central.

El epílogo, ya con Becker en cancha (ingreso demorado por el inconsistente Aguirre), fue el de esperar. Ya con el equipo consciente de sus limitaciones en este juego, casi entregado a la voluntad azul y oro, el chileno Fuenzalida se aprovechó de una contra y a los 38 le puso cifras definitivas a la noche negra de la Academia.

Central se vuelve a Rosario con el dolor de la derrota, pero sobre todo con la imagen que le dejó al fútbol continental y con la que le devuelve el espejo. Salvo parte del segundo tiempo del choque de ida, Boca siempre fue más que esta formación de Russo. Que se cayó rápido de uno de los tres frentes que tenía abiertos. Y que acabó decepcionando a los hinchas, que esperaban con ilusión ver la mejor cara de este plantel. Esta noche, Central pareció deformado.