A partir del debate que provocó la muerte del joven Jonathan Herrera por una bala policial y el reciente pedido de explicaciones del diputado provincial Eduardo Toniolli sobre el examen de ingreso –que hace referencia a la dictadura como “”lucha contra la subversión”–, la formación de la policía quedó en el ojo de la tormenta. ¿Están los agentes bien formados?¿Cómo salen de la escuela de cadetes? Rosario3.com, se metió en el Instituto de Seguridad Pública (Isep) para averiguarlo.

Los cadetes en una de sus clases.

El director del Isep, Aniceto Morán, explicó que la capacitación de los cadetes santafesinos es muy completa; mientras que las fuerzas federales e incluso policías de otros países, reciben un entrenamiento de apenas seis meses, en Santa Fe lo hacen recién después de dos años. Solo entonces puede obtener el título intermedio de Auxiliar en Seguridad; y con un año más, el diploma completo de Técnico Superior en Seguridad Pública y Ciudadana.

Reconoció, no obstante, que con la Ley de Emergencia en Seguridad se vieron obligados a acelerar los tiempos de la carrera, en desmedro de los contenidos teóricos, aunque no de las materias prácticas. El cursado pasó de tres a dos años, aunque ya al finalizar el primero, los policías deben salir a la calle y asistir a la escuela en paralelo. Con todo, para Morán, un año es tiempo más que suficiente para aprender “lo esencial” de la carrera.

Los agentes de policía en una de sus clases de natación.

En agosto del año pasado, sin embargo, un grupo de docentes del Isep expresaron su preocupación al ministro de Seguridad Raúl Lamberto por este recorte, temían que los nuevos egresados no estuvieran listos para enfrentar los peligros de la calle y se lo hicieron saber a través de una carta.

Parece que cinco meses después, parte de esas preocupaciones se confirmaron, con la muerte de Herrera durante un tiroteo del que nada tenía que ver. Era domingo y lavaba su auto cuando un supuesto ladrón pasó corriendo cerca suyo y detrás de él varios policías a los tiros. Tres de esos proyectiles acabaron con su vida, pertenecían a cuatro flamantes agentes de Acción Táctica.

En el polígono los cadetes practican tiro con distintas armas.

Por su parte, Morán se mostró consternado sobre lo ocurrido aquel 4 de enero. Lamentó que noticias como ésta ensucien el trabajo que se hace en la escuela y vuelvan a poner en los titulares a los policías. No obstante, insistió en la calidad de los agentes que salen a la calle y aseguró que materias tan básicas como Tiro se dan completas. Los cadetes deben descargar un mínimo de 50 proyectiles en el polígono antes de aprobar la materia cuya premisa principal –recordó el director del Isep– es utilizar el arma como absoluto último recurso.

Justamente los cadetes realizan prácticas de situación donde se les enseña como pararse y dirigirse a un sospechoso e incluso clases de jiu jitsu donde aprenden a utilizar la fuerza de su propio cuerpo para desarmar a un supuesto delincuente sin violencia.

Clase de jiu jitsu en el ISEP.

Por otro lado, una novedad en el programa fue la implementación de contenidos de mediación. Abogados docentes del Ministerio de Justicia aprovechan la temporada estival, cuando disminuyen las actividades regulares, para brindarles herramientas que desde lo verbal los ayude a desactivar una situación peligrosa.

Policías por gendarmes

El fin del megaoperativo de Gendarmería y el retiro de parte de los agentes federales, la administración santafesina se vio en la necesidad de reemplazarlos con más policías propios que patrullen las calles. De ahí que el año pasado, advirtió Morán, egresaron 880 agentes con un año de cursado, “para cumplir con las exigencias del gobierno”; y entre fines de marzo y comienzos de abril egresarán otro 550 policías comunitarios en la ciudad y unos 650 en la localidad de Recreo.

Vocación vs. necesidad

Morán admitió que la mayoría de los ingresantes –que para ser aceptados deben aprobar cuatros exámenes, físicos, médicos, psicológicos e intelectuales– no tiene vocación de servicio sino que aplica por necesidad.

Señaló que apenas entre el 20 y el 25 por ciento se anota en la escuela por tradición familiar o verdadera vocación; en tanto el restante 75 u 80 por ciento “lo toma como una salida laboral (especialmente) en regiones de la provincia donde hay escasez de trabajo”.