El primer ministro griego, Alexis Tsipras, anunció este domingo que los bancos no abrirán "al menos" este lunes y que se impondrán límites a los retiros de dinero, entre otras medidas de control de capital, y, en un intento por transmitir tranquilidad, prometió que los depósitos, los salarios y las jubilaciones están garantizados.

El jefe del gobierno tomó esa decisión por recomendación del Banco Central griego, luego que el Banco Central Europeo (BCE) decidiera mantener los préstamos de emergencias para garantizar la liquidez de los bancos griegos al mismo nivel del viernes pasado, un día antes de que el fracaso de las negociaciones con el Eurogrupo desataran una masiva corrida bancaria que drenó de más de 400 millones de euros al sistema bancario heleno.

Durante la última semana, el BCE fue ajustando sus préstamos de emergencia a Grecia casi de manera diaria, para adaptarse a los vaivenes que provocaban los momentos de optimismo y pesimismo después de cada reunión entre el gobierno de Tsipras y los acreedores en Bruselas.

Por eso, Tsipras no dudó en responsabilizar abierta y directamente al Eurogrupo en su discurso a la nación transmitido por televisión y luego difundido vía comunicado por su oficina.

"La decisión de ayer de no aprobar el pedido del gobierno griego de una extensión de unos pocos días del programa (de asistencia financiera) para dar al pueblo griego la posibilidad de decidir a través de un referéndum sobre el ultimátum de las instituciones acreedoras (...) es una acción que busca prohibir el derecho de un pueblo soberano a ejercer su prerrogativa democrática", sentenció el premier.

"Está claro que el objetivo de las decisiones del Eurogrupo y del BCE es intentar chantajear la voluntad del pueblo griego y dañar el proceso democrático, principalmente la convocatoria del referéndum", agregó.

El viernes pasado, después de más de cinco meses de arduas negociaciones con las tres instituciones acreedoras -la Comisión Europea, el BCE y el FMI-, Tsipras anunció que no los dos compromisos por los que había sido electo en enero pasado se habían vuelto irremediablemente contradictorios: cerrar un acuerdo con los acreedores y poner fin a la austeridad y los ajustes de los últimos cinco años.

Tsipras debía sellar un acuerdo antes del 30 de junio, cuando vence el llamado plan de asistencia de los acreedores. De no hacerlo, Grecia se queda sin cobrar el último tramo de la ayuda, 7.200 millones de euros, una cifra vital para que Atenas pueda cumplir con sus vencimientos de deuda y garantice la liquidez de sus bancos.

Ante la intransigencia de las instituciones acreedoras, que se niegan a acordar sin imponer nuevos ajustes, el premier llamó a un referéndum para el próximo domingo 5 de julio para que el pueblo griego decida si acepta o no las reformas y el ajuste reclamados por los acreedores.

Tsipras no dio demasiados detalles sobre las medidas de control que su gobierno impondrá en los próximos días ni cuánto tiempo estarán cerrados los bancos.

Fuentes gubernamentales informaron a medios internacionales como El País de España y The Guardian de Reino Unido que los bancos estarían cerrados lunes y martes, mientras que lo mismo sucedería con la Bolsa griega.

Las versiones sobre el monto de dinero que permitiría sacar el corralito, en cambio. Los más pesimistas sostenían que podía ser de 60 euros por día, mientras que otros hablaban de 200. Tampoco estaba claro cuánto duraría esta medida o el resto de las iniciativas para controlar los capitales en el sistema financiero griego.

El fuerte tono de los anuncios de Atenas y la incertidumbre que provocó en las calles de Grecia -representada por largas filas frente a los cajeros automáticos- rápidamente se hizo sentir fuera de las fronteras del país heleno.

Los líderes de Francia y Alemania convocaron hoy reuniones de urgencia para mañana para discutir en sus países la situación de Grecia y su posible salida de la zona euro.

La canciller alemana, Angela Merkel, se reunirá con los líderes del resto de partidos, mientras que el presidente francés, François Hollande, llamó a un encuentro de emergencia del Consejo de Ministros.

Desde la otra punta del océano Atlántico, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, también se mostró preocupado por el rápido deterioro de la situación política y financiera de Grecia y llamó por teléfono a Merkel.

El sábado, el secretario del Tesoro norteamericano, Jacob Lew, había instado a los acreedores a que consideraran "discutir un potencial alivio de la deuda griega" antes del referéndum del domingo próximo, una sugerencia que contradice la premisa de Alemania, Francia y el BCE de que la deuda griega es sostenible.

Actualmente y tras cinco años de ajustes y medidas neoliberales, la deuda externa de Grecia ya supera el 180% del PBI nacional.