Las personas con VIH en Argentina que desconocen su condición disminuyeron en los últimos 10 años 27 puntos porcentuales pasando del 40 por ciento en 2012 al 13 por ciento en 2022, según datos de los boletines epidemiológicos oficiales y la introducción de los test rápidos fue una de las herramientas clave de este proceso porque permitió "acercar el diagnóstico a la población".

El 27 de junio es el Día de la Prueba de VIH y, por tal motivo, Mar Lucas, directora de Innovación Estratégica de la Fundación Huésped, dijo que "el testeo es imprescindible para poder llegar a un control de la epidemia de VIH. Sabemos que para esto necesitamos que al menos el 90% de las personas que viven con VIH lo sepan, porque ese es el primer paso para poder acceder al tratamiento".

Y continuó: "Después necesitaríamos que efectivamente accedan al tratamiento y que además lo sostengan en el tiempo, cosa que sigue siendo una tarea en sí misma como en cualquier otra situación de salud crónica que requiere medicación de por vida".

Lucas recordó que "hoy sabemos también que una persona que mantiene su VIH indetectable durante más de seis meses no lo transmite por vía sexual; entonces el test sigue siendo el foco para iniciar un camino tanto de la salud individual como de salud comunitaria".

Según el Boletín Epidemiológico N°29, de diciembre de 2012, en la Argentina vivían alrededor de 110 mil personas con VIH (4 de cada 1.000 jóvenes y adultos estaban infectados con el virus) y el 40% de ellos desconocía su condición.

Pero en el último informe de diciembre del año pasado, se estimó que en la actualidad hay en el país unas 140.800 personas con VIH, de las cuales sólo el 13% no lo sabe.

Llegar temprano

"Si bien se ha mejorado, todavía en Argentina no hemos llegado a ese 90% de las personas con VIH que sepan su condición que es una meta a nivel mundial; pero hay otro dato que nos preocupa muchísimo que es que de ese 87% que sabe que tiene VIH, el 30% llegó al diagnóstico tarde, en fase sida, es decir con enfermedades concomitantes que aparecen por el deterioro del sistema inmune", sostuvo Lucas.

Y añadió que "con la medicación actual muchas veces es una fase reversible en relativamente poco tiempo, pero ahí nos encontramos con otras dificultades más biomédicas y no siempre es tan sencillo; entonces es súper importante que se reduzca ese 30% y eso no lo venimos consiguiendo".

En referencia a las barreras que siguen haciendo que las personas no se testeen o lo hagan cuando ya presentan enfermedades concomitantes, la especialista sostuvo que "una fundamental es el estigma que todavía pesa en el VIH que hace que aún hoy pensemos que es algo que pasa a otras personas; otra gran barrera es ir al sistema de salud, hay mucha gente que sólo va cuando está muy enferma".

El testeo rápido

"Por eso -sostuvo- una estrategia clave es salir a la calle a buscar a las personas, y en esto el testeo rápido que está en Argentina desde hace unos diez años nos dio la posibilidad enorme de instalar postas de testeo en cualquier lugar, sin la necesidad de profesionales, ni de grandes equipamientos; simplemente un pinchacito en el dedo y ahí mismo en 20 minutos se conoce el resultado".

En efecto, un estudio realizado por la Coordinación de Salud Sexual, Sida e ITS del Gobierno de la Ciudad, el Instituto de Investigaciones Biomédicas en Retrovirus y Sida (Inbirs-Conicet-UBA) y el Laboratorio de Análisis Clínicos del Múñiz arrojó que "el número de personas sometidas a la prueba se duplicó en los centros de testeo y aumentó progresivamente en los laboratorios de los hospitales públicos, con un descenso en la proporción de diagnósticos en estadios sintomáticos" a partir de la incorporación de los test rápidos en 2012 y de una campaña masiva en 2014 con testeos en espacios públicos de los barrios hasta 2018.

Todas las personas deben testearse, indistintamente de su orientación sexual

Entre las barreras, Lucas señaló que, además, existen otras "interseccionales" como por ejemplo, que "los varones cis hetero van menos al sistema de salud y otras poblaciones que tienen otro tipo de vulnerabilidades estructurales, en cuyo caso hay que desarrollar estrategias específicas porque no se puede esperar que superen esas barreras estructurales para que se acerquen a un sistema de salud que muchas veces es expulsivo".

"En este sentido -dijo- el estudio realizado por Salud de la Ciudad de Buenos Aires arrojó, además, que a partir de la instalación de postas con testeo rápido se había mejorado el acceso de personas que se acercaban por primera vez al sistema de salud, que si hubieran tenido que ir al sistema de salud no lo habrían hecho; y también mejoró el porcentaje de varones que se acercaron respecto al testeo tradicional, etc.".

Las estrategias para superar esas barreras son múltiples: "Algunas están en formato de resolución pero hay que hacerlas cultura. Una es la que mencionábamos antes que es salir, es decir, que el sistema de salud salga a buscar a la gente; la otra es que no te pidan orden médica para que pueda ser un movimiento espontáneo que no requiera ese paso de primero ir a un médico, etcétera".

Esto tiene un obstáculo en la implementación, ya que "si lo haces a través de un laboratorio privado se necesita una orden médica a la que imputarle ese gasto; por otro lado, en el sistema público también hay complejidades como por ejemplo que vas un día y te dicen que el test se hace los martes a las 9.45, etc.".

Romper con el estigma

En el contexto de la continuidad del estigma que pesa sobre el VIH, Lucas mencionó también que en las localidades más pequeñas, acercarse a realizar un test "sigue siendo un desafío, porque si da positivo se entera todo el mundo y es real que sigue habiendo discriminación".

"Otra estrategia, que incluso está en una resolución de hace muchos años, es incluir el test en cualquier consulta médica. Es decir, que en todo contacto con el sistema de salud se indague si alguna vez te has hecho el test y si no te lo has hecho o hace mucho que no te lo has hecho, te lo propongan", indicó.

Y concluyó: "Pero eso también está lejos de que sea cultura médica porque nos cuesta mucho hablar de sexualidad en casi cualquier entorno, pero también en la consulta médica, y eso también hay que ir haciéndolo cultura".

 

Fuente: Télam.