Argentina vivió su martes de resurrección. El equipo de Bauza debía ganarle sí o sí a Colombia para reverdecer sus chances de clasificar al mundial de Rusia 2018 y bancar el proyecto del Patón. Y lo hizo goleando y sin dejar dudas: fue 3 a 0 a los cafeteros en un estadio sanjuanino repleto y lleno de ovaciones.
 
 
Una goleada made in Messi

La principal ovación dentro de la cancha se la llevó Messi, artífice de la victoria con participación exclusiva en los tres goles: el primero, una joya suya de tiro libre para abrir el partido recién comenzado; el segundo, una asistencia fenomenal para el cabezazo de Pratto; y el tercero, robando la pelota por la derecha y dándole el gol servido a Di María.

La selección rindió con un aprobado el último examen del año y aprovechó para reacomodarse en la tabla de posiciones: ahora marcha quinto, tras haber superado a los de Pekerman por un punto, y puede decirse que cierra 2016, al menos, con el boleto a repechaje asegurado. La continuidad del ex DT canalla quedó reafirmada con este éxito irreprochable y contundente ante un rival directo.

Ya en 2017, el año en el que se definirán los cuatro pasajes y el boleto a la repesca, las selecciones sudamericanas volverán a salir a escena en marzo en una fecha con cruces apasionantes: Argentina se las verá con Chile, en un duelo determinante; Colombia lo hará con Bolivia y Uruguay se las verá con Brasil.

Los goles


El por qué

Lo ganó gracias a la determinante actuación de Lionel Messi, que abrió un cotejo que pintaba bravo con un remate excelso de tiro libre, al ángulo izquierdo de Ospina. A los 10 minutos, el astro rosarino hizo lo que tanto le costó siempre al conjunto de Bauza, que desde ahí empezó a justificar el dominio que tuvo de las acciones hasta el final.

La aparición de Banega le dio a Lionel la conectividad que necesitaba y manejo de balón. Con más orden que ante Brasil, al estar prontamente arriba pudo contrarrestar el juego colombiano. Y sufrió pocas alteraciones defensivas, transitando un juego cómodo y con las luces que desprende la Pulga.

Con el segundo gol de Pratto, tras otra arremetida maestra del 10, alcanzó el estado de tranquilidad que necesitaba para que pudieran fluir (a cuentagotas, es cierto) las combinaciones que tanto se reclamaban.

Y tras un complemento que se debatió entre la conformidad nacional y la impotencia colombiana, lo terminó resolviendo con una recuperación del propio rosarino y la cesión para Di María, que gritó fuerte y se sacó la mufa con un zurdazo goleador. Como hizo todo el cuerpo técnico. Y cada hincha a lo largo y a lo ancho del país.