Lo buscaron como nunca, empataron como casi siempre. En el clásico número 266 de la historia, Rosario Central y Newell’s igualaron 1 a 1 un partido crucial para los dos en esta lucha por lograr la permanencia al término de la temporada actual de Superliga. Y así, en el historial se sumó otra igualdad, el resultado más repetido de los tres posibles: 99 empates.

Claro que esta vez lejos estuvieron de aquellos empates soporíferos en los que reinaba el miedo a perder. Hoy ambos salieron a buscarlo y no se conformaron hasta que el juez Merlos pitó el final. Cada uno con sus momentos de dominador y dominado, pero siempre apostando a ganador. Algo que el trámite reflejó y que agradecieron los espectadores neutrales de un partido que siempre atrapa.

A Newell’s no lo desacomodó el tremendo recibimiento de los hinchas canallas y fue el mejor de los dos en el primer tiempo. Presionando alto, con el despliegue habitual de Alexis Rodríguez y las conexiones con clase de Maxi y Denis, logró tener más peso que su adversario en el campo rival y contó con las posibilidades más claras: una penetración de la Fiera que salvó Caruzzo en la línea y el remate en el travesaño de Denis.

Los de Cocca no hicieron pie y estuvieron flojos con la pelota. La única chance clara fue una réplica de Ribas a la salida de aquel remate en el poste que el uruguayo terminó con un tibio tiro a las manos de Aguerre. Gil y Rinaudo estuvieron colapsados y no tuvieron energía para hacer jugar a Zabala y Rius. Riaño corrió y presionó como siempre y Ribas quedó muy aislado.

Pero en el segundo tiempo, los centralistas salieron con otra tónica, más decididos, con otra actitud. Ya al minuto, Zabala hizo lucir a Aguerre con un tiro externo; a los 2’ Caruzzo casi marca con un disparo dentro del área que fue bloqueado por un defensor y a los 11’, un tiro libre de Gil que pasó besando el palo izquierdo.

Y el fútbol dio ahí la primera sorpresa: en el mejor momento de Central, fue Newell’s el que se puso en ventaja. Rius perdió la marca de Lema y el grandote metió un frentazo en la boca del área chica, cambiándole el destino al centro que llegó desde la izquierda y y vulnerando a Ledesma. Venía sufriendo el hostigamiento local, pero justo en ese instante lograba lo que había merecido mucho antes.

Lema conectó de cabeza para el primero. (Alan Monzón)


Pero las sorpresas no se acabarían ahí. Porque aún atravesando el momento del festejo, la defensa leprosa se durmió. Y luego de una serie de cabezazos, el balón cayó en el centro del área, justo para que Riaño hiciera (calladito) una buena diagonal y le sacara provecho a la mala ubicación del arquero Aguerre con un toque suave, con el revés del botín derecho.

Riaño grita el empate, dos minutos después del gol leproso. (FotoBaires)

Para Central fue fundamental no haber quedado expuesto al nerviosismo que le habrían contagiado las tribunas si el 0-1 se mantenía algunos minutos más. Pudo empatarlo rápido y así tratar de mantenerse en el centro del ring. Incluso con el ingreso de Gamba por Zabala se mostró mucho más peligroso y el fútbol empezó a surgir más fluidamente, mientras que Newell’s (que poco después del empate casi marca el segundo tras una buena combinación entre Gabrielli y Maxi que desactivó Molina) replegó líneas y ya no tuvo piernas para asfixiar en campo del oponente, apostando a una contra que nunca llegó.

El pitazo de Merlos (de floja actuación, con varias amarillas que nunca mostró como a Ribas y Maxi por sendos codazos para cubrir la pelota) le bajó el telón a un clásico entretenido, con equipos que entendieron que debían jugarlo como una final pero que no exhibieron la mezquindad propia de derbys añejos en los que primó el miedo a perder. Esta vez quisieron ganarlo de verdad. Y si no pudieron hacerlo, es porque del otro lado hubo méritos para sumar una unidad que los dejó vivos (a los dos) para afrontar lo duro que viene.