Ignacio Russo jamás olvidará este día. Y el fútbol argentino tampoco. Luego de acompañar el cortejo fúnebre en la despedida de su padre Miguel Russo, el delantero de Tigre viajó a su Rosario natal para jugar ante el club que fue su rival histórico. Y a los 20 minutos, le hizo un gol.
"Es un beso al cielo. Él debe estar feliz donde esté. Es un momento duro, pero hay ratitos de felicidad cuando lo recuerdo. Seguramente debe estar feliz y sonriendo", expresó emocionado al finalizar el juego.
"Fueron semanas, meses, días muy duros. Tomé la decisión de jugar porque lo necesitaba para mí y él también quería que juegue. Hoy es un día para recordarlo con sonrisas", dijo Nacho tras el 1 a 1 ante Newell's.
El delantero tuvo un buen primer tiempo y luego se fue apagando como todo su equipo. Seguramente el cansancio de estos días lo afectó.
Al terminar el partido, en declaraciones a la prensa, Russo agradeció el cariño de todos los que se acercaron a despedir a Miguel a La Bombonera y sobre todo agradeció el respeto de todo el mundo del fútbol.
La decisión del jugador, nacido en Rosario hace 24 años y surgido en Central, se interpretó como un claro reflejo del profesionalismo que su padre siempre mostró y le inculcó, al priorizar el compromiso con su equipo en medio del mal momento familiar.