La noche estaba pesada y cerrada, pero apareció Aníbal Moreno para romperla con un zurdazo al ángulo. Después de la corrida, el grito y los abrazos, llegó la dedicatoria. Un gesto que se repite. Si bien fue su primer gol en la cancha de Newell's no fue la primera vez que alza los índices al cielo. 

El pibe que llegó desde San Fernando del Valle de Catamarca hace unos siete años, ahora encuentra que aquello por lo que tanto sufrió y trabajó hoy es real: "Todavía no lo puedo creer. Fue un momento único, lo soñé muchas veces y hoy se me hizo realidad", dijo al borde de las lágrimas al terminar el partido.


Cuando los abrazos se ablandaron, cuando pasó la euforia del grito, levantó los brazos hacia el cielo: el destinatario, su amigo Ale, fallecido en 2017. "Quisiera algún día tratar de entender por qué la vida es tan injusta, por qué le pasan estas cosas a la gente más buena. No lo puedo creer", se desahogaba en Instagram hace casi tres años después de marcar un gol en inferiores mientras entendía que podía "ser feliz y darse cuenta que todo puede cambiar en un instante".

Moreno contó lo difícil que fue partir de su ciudad y vivir lejos de casa para cumplir su sueño: "Fue un golpe muy duro. De chico era muy amiguero, tenía muchos amigos. Vivía todo el día en la calle. Fue lo segundo que más me costó, porque primero está la familia. Me gustaba mucho callejear, me gustaba callejear mucho con mis amigos. Pero luego te acostumbrás y lo superás", dice.

El pibe que hoy festeja y es tapa de diarios, tuvo en otro tiempo muchas ganas de pegar la vuelta en un momento muy particular en su vida:  "Lo peor fue cuando falleció un amigo hace un par de años y me quería volver sí o sí. La familia de él me dijo que me quedara en Newell's porque iba a ser peor si volvía. Fue un golpe muy duro, pero pude salir adelante y ahora hay que recordarlo".

Aníbal Moreno le dedica sus goles a su mejor amigo, fallecido en 2017. Probablemente, si su juego sigue creciendo lo recordará cada vez más seguido: “Solo te pido una cosa: cada vez que salga a la cancha vení conmigo, y juguemos juntos como si fuéramos uno”, le dice mirando al cielo en cada grito de gol.