Juan Ignacio Chela fue uno de los protagonistas de la generación de tenistas argentinos que en los 2000 se destacó en los torneos más valiosos del circuito. Llegó a ser número 15 del mundo (en 2004), obtuvo seis títulos individuales y perdió la misma cantidad de finales (una, en Sydney 2002, ante Roger Federer). Hoy, algo más lejos de las exigencias del deporte, tiene una historia hermosa que contar: adoptó junto con su pareja a dos pequeños haitianos y tras recomponerse de un serio problema de salud. 

"Tras un proceso de muchos años, adoptamos dos chicos de Haití: un nene de 3 años y una nena de 5. Empezaron el jardín, estamos felices, es algo que deseábamos hace mucho tiempo. Nos cambió la vida. Estamos abocados al 100% en ser padres", le contó al periodista Sebastian Torok, en La Nación.

Luego de entrenar al chileno Nicolás Jarry, Chela se alejó del radar tenístico y atravesó, junto a su mujer Verónica Alonso, un arduo proceso que culminó con la adopción. Siempre buscaron ampliar la familia, anhelo que concretaron desde hace un puñado de meses al adoptar a Ayson y Milove, hermanitos haitianos de 3 y 5 años.

El Flaco jugó 12 años y participó de 14 series en Copa Davis, una de ellas la final perdida ante Rusia en 2006, en Moscú.

Se retiró en 2012. Incursionó en distintos medios y divirtió a todos con su humor irónico en las redes sociales. Tuvo éxito como entrenador, especialmente de Diego Schwartzman.

En 2021, sin previo aviso, la salud lo sacudió: fue operado por un aneurisma cerebral sin ruptura y le colocaron dos stents.

Chela contó que adoptar en Argentina era una posibilidad que evaluaron, "pero nosotros conocimos algunas familias que habían adoptado en Haití, nos interiorizamos bien con el proceso de los tiempos, nuestras características como pareja, nos cerraba por todos lados, la edad de los chicos también y fuimos por ahí".

"Fueron cinco años, más o menos; nos agarró la pandemia en el medio, también se atrasó un poquito por eso. Pero, bueno, acá estamos, viviendo esta aventura".

El susto y la salud en el medio

 

"Yo estaba lo más bien, sin ningún problema, y estaba almorzando un día y tuve un dolor muy fuerte de cabeza y en el ojo, toda la parte izquierda. Justo me había llegado un mensaje, agarro el teléfono y como que lo veía mal. Dije: ‘Esto no es normal, es raro’. Fui a mi casa, me molestaba la luz, me acosté y dormí un ratito, cuando me desperté dije: ‘Tengo que hacerme ver porque no es normal’", contó a modo de introducción.

"Empecé con los estudios, fui al médico y me dijeron que tenía un aneurisma, que depende del tamaño y de la ubicación. El problema es cuando se rompe. Lo bueno fue que lo pudimos detectar antes, pero fui a ver a varios médicos y todos me recomendaron operarme, porque donde estaba ubicada no les gustaba y se podía romper", siguió Chela.

"La decisión fue durísima porque yo estaba bien. Ea operarme de la cabeza, que te pongan dos stent y había riesgo. Hablo con los médicos y dicen: ‘Hay un 5% de chances de que quedes mal motrizmente, en el habla, en la memoria o la muerte’. Pero, bueno, en ese 5% está todo el mundo. Gente que tiene otros problemas, con sobrepeso o con otros vicios. Decidimos que lo mejor era operarme y me operé".

"Fue en el único momento de mi vida que estuve emocionalmente muy inestable. Tenía momentos que estaba bien, momentos que estaba re mal, momentos de llorar, de decir: ‘Me voy a morir’. Y lo bueno es que, si la operación salía bien, estaba curado. Tenés que tener el control durante un año y después ya está, ya estás de alta. Y al mismo tiempo yo estaba trabajando con Diego (Schwartzman). Me acuerdo de que Diego estaba jugando cuando me operan (se empieza a tentar de la risa). Salgo de la anestesia, sabía que jugaba, creo que con Norrie, y digo: ‘¿Cómo salió Schwartzman?’. Y me dicen: ‘6-0 y 6-2’. ‘Menos mal que estaba anestesiado’, digo. Salió todo bien y por suerte tuve ese año de control y ahora ya está solucionado el tema. Fue un susto".