Dibujante, muralista y humorista gráfico Miguel Rep no puede estar mucho tiempo sin dibujar y en los libros busca y encuentra mucha inspiración. Su carrera "lectora" comenzó incluso con una curiosa anécdota en Corrientes que involucra los carnavales, un tío y Hamlet. Esa conjunción de factores explican en buena medida, su arte de hoy, siempre atravesado por la obsesión y el humor, que piensa y repiensa constantemente.

Su último libro es Diego, nacido para molestar que, sin pensarlo como serie, sacó después de Evita, nacida para molestar. Para Rep, el humor puede servir para sacudir cierto orden de cosas o sentido común. Asegura que él mismo, nació para molestar. 

 

–¿Por qué creés que Diego Maradona "nació para molestar"?

Molestar es una palabra que le queda chica a Diego, pero es verdad que es un libro que no hay que olvidar que es de dibujos y tiene un lenguaje humoristico que busca la paradoja dentro de las realidades de una biografía. Básicamente, es una biografia ilustrada con humor.

El humor es un humor, por supuesto, mío, pero se destila del humor que él tenía en vida. El tuvo mucha picardía criolla y observación del mundo del poder, y ahi fue muy molesto, y tuvo mucha auto-observación y autocritica, con una sorna tipica del humor de las Pampas, un humor de vestuario, de bar, varonil, gauchesco y alguna cosa que deviene de la cultura guaranítica de su papá. Un humor lacónico, solo que él en sus remates es lacónico, pero después es banstante frondoso en sus argumentaciones. Es charlatán.

Rep y Diego

Conforme iba pasando el tiempo iba tomando más cancha, se iba adueñando de los medios con más y más labia. Pero a la hora de sermonear, de retar, de indignarse, o siemplemente de gastar al otro, usaba este tipo de humor que sigue siendo chispeante. Es un condimento del humor para mi importante, porque la figura de Diego va a ser muy vigilada librescamente, más del lado de la felicidad pública futbolística, y del drama que gestó siempre. Esa figura melodramática.

En mis dibujos hay situaciones dramáticas, hay un lenguaje humoristico básico. Es una biografia ilustrada, molesta, de Diego.

–¿Lo que más te interesaba era mostrar lo humorístico o el personaje?

No me puse un argumento. Quiero hacer esto, me fue saliendo. Cuando tenés poco tiempo y una vida tan rica de imágenes y de hechos, iba pensando... fue importante dividir en seis capítulos, que fue las décadas. Lo que me puse de meta, supongo, porque ya ni me acuerdo, como con Evita (Evita. Nacida para molestar), cómo dibujar a alguien tan santificado, tan solemnizado.

Como dibujante quiero mostrar escenas que no han sido fotagrafiadas pero que necesitan ser fotografiadas, que están en el imaginario, pero no estan las fotos. O hacer los goles desde otro punto de vista. Y mostrar Nápoles como un cartógrafo freak o Buenos Aires. Encontrar novedades en la biografia de Diego que es muy difícil encontrar novedades.

–¿Qué libros te ayudaron a construir tu libro sobre Diego?

Por supuesto que en el 2002, cuando él tiene la internación en Cuba, van Daniel Arcucci y Cherquis Bialo y lograban ese libro Yo soy el Diego, que es muy importante porque tiene la autorización de Diego hasta 2002, después hay más Diegos.

Esos Diegos se completan con sus apariciones públicas y también con alguna literatura, breve, cuentos cortos, o ensayisticos que hacen diferentes escritores y alguna escritora. Y el libro final que vi, es un libro ordenador para mí que es de (Guillem) Balague (Maradona: el pibe, el rebelde, el dios), es un libro sin adjetivacion, árido como son los españoles, viendo el fenómeno. Y eso me sirvió para decir, primero fue tal cosa, después tal otra.

Fue como si me hubieran hecho dormir bien, me hubieran dado un buen desayuno y después me voy a jugar. Fui bien comido, bien dormido, sin ningún tipo de fantasía ni fantasmas, a ver cómo juego con toda esa teoría. Para mí es importante jugar con un asidero real previo. Lo hice en Evita, lo hice en el libro del vino argentino (Vino. Tinta y tinto sobre blanco), en los barrios de Buenos Aires (Y Rep hizo los barrios), y de alguna manera en Bellas artes.

Me tomo muy en serio el principio: cuál es el terreno, porque el terreno que me dan estos libros, o el terreno que me da estudiar el mapa de Buenos Aires es un terreno cada vez más amplio para después jugar, para después dibujar, me da muchas armas, más allá de la verosimilitud de los hechos, que lo tienen, me abren mucho el campo, el 360, pero todo el libro es responsabilidad mia, desde la tapa hasta la contratapa, quién diseña, quién hace el prólogo. Tengo una experiencia editorial basta desde chico.

–¿Por qué hacés humor?

Porque nací para molestar. Porque las escenas familiares, escolares, sociales de la infancia me parecían muy quietas, solemnes, plomas, duraderas. Sin ser yo un pibe extrovertido, bastante tímido, me veo a mí mismo como siempre buscando revistitas, yendome a un rincón en las casas que no eran mías, siempre yendome de las escenas, también creo que siempre dibujé para mí mismo y para los demás.

Yo en la secundaria, cuando las cosas no iban bien, yo molestaba con mis dibujos y los circulaba. En la editorial, donde entré muy chico a trabajar, diagramar, yo hacía dibujos para molestar, para que los adultos vieran que no estaba de acuerdo con todo el sentido común que se estaba desplazando, laboral y de poder.

Rep y el humor

Creo que siempre me pasó eso, para mi el humor es una llamada de atención a los demás para decir no me gusta el mundo tal cual es, y buscar la paradoja, el sentido cubista de las realidades que parecen quietas. Es como si me apareciera esa biblioteca y en vez de ver una biblioteca frontal, la veo de perfil o me subo a la biblioteca, a las bibliotecas y grito algo desde ahí y no desde el lugar más habitual del realismo.

Si fuera cineasta, haría contrapicados, filmaría desde abajo, molestaría. Molestaría de otra manera, me parece que es por eso, no es por otra cosa, no es porque haya nacido con el don. Creo que siempre quise ser dibujante pero el lenguaje del humor vino parejo, pero yo podría renunciar al humor. Lo que no podría renunciar es a dibujar. Yo soy puramente dibujante.

–En otra entrevista dijiste "uno es todo lo que te interesa". ¿Cuáles son tus intereses hoy?

Cada vez más cosas. Algunas que me interesaban mucho, me las calmé dibujando. Muchas obsesiones me las calmé dibujando, eso no significa que un día no me vuelva de otra manera ese interés.

Me calmo dibujando esa pasión u obsesión, y después cuando pasa el tiempo, me dan ganas de hacer una relectura. Puedo volver a dibujar La divina comedia una vez que me la calmé, o puedo volver a recrear El Quijote, o puedo volver a hacer un libro de bellas artes. Hoy no haría otro libro de Diego ni haría uno de Evita, otro. Los tengo calmados. Me han satisfecho, no por satisfacción de dibujo u humor, eso nunca ocurre. Me ha calmado la obsesión, y aparecen nuevos intereses todo el tiempo. Cuando haces corpus que duran poco.

Rep y sus intereses

De chico tenía el norte de pegarla con un personaje y jubilarme con ese personaje, o por lo menos con esa tira. Después cuando tuve el personaje, en el principio de Página 12, al séptimo año ya me cansé y empecé a dinamitar la tira y ahora vas a encontrar que, de vez en cuando hay un personaje, pero son casi siempre situaciones de cualquier campo de la vida que me interese, pero creo que me pueden aparecer siempre. Siempre me pueden aparecer lugares de interés nuevo y hay algunos que estan larbados hace años que no los he trabajado y que en mi cabeza los sigo trabajando, los sigo dando vueltas. Y, o no tengo tiempo de hacerlos o no llegó la madurez como para hacerlos.

Por ejemplo, La divina comedia quise dibujarla más o menos desde que terminé El Quijote y hubo un momento en el que el diario mismo me dijo "¿qué querés hacer?", y yo dudé entre hacer Pinocho y La divina comedia, y elegí La divina comedia sin saber el quilombo en el que me metía. Hoy creo que no estaba maduro para La divina comedia y por eso no lo republico. El Quijote lo republiqué, lo publiqué primero en Página como fasículos, en España y por Planeta una edición más o menos definitiva. La divina comedia no lo quiero republicar porque estoy retocando dibujos que había hecho en 2014.

–¿Dibujás todo el tiempo? Por ejemplo, en una sala de estar...

No, dibujar no, siempre que me ocurren esas esperas leo, es lo que más me atrae. No estoy trabajando todo el tiempo. Lo que me pasa es que a veces, en las esperas de los bares sí, con una servilleta ahí a mano, dibujo. Pero me pasa que puedo estar muchos días sin dibujar, ponele unas vacaciones. Puedo estar en Merlo, San Luis, Itapúa, Brasil, o Sicilia (Italia), y puedo estar sin dibujar. Es más, me atrae mucho ese descanso, pero llega un punto que mi mano empieza a pedirme una cosa como de síndrome de abstinencia, que haga algo. 

Y no dibujo anecdota, no dibujo guiones míos, no busco productos humoristicos ni anecdotario literario, ni nada de eso. Lo que hago es empezar por la naturaleza, dibujar plantas, hojitas, árboles, eso me atrae mucho, como volver a meterme en el dibujo de una manera, como volver a nacer y recrear formas que están en la naturaleza, formas que no sean racionales. Porque el mío es un trabajo muy racional. El humor gráfico, el trabajar en la gráfica es muy racional, no es automatista del artista plástico que está esperando que la musa caiga o que haya un accidente, eso lo dedico más a mi trabajo en los murales.

En los murales puedo llegar a empezar con una línea y ver qué va a pasar después, pero el trabajo gráfico es más esclavizante en ese sentido, es muy racional. Hay que pensarlo mucho, porque el dibujo es una cosa mental. Y lo que me hace la naturaleza cuando vuelvo a dibujar es que me allana mucho el pensamiento, porque la naturaleza ya dibujó por mí, yo lo único que tengo que hacer es ver qué hizo la naturaleza con esa forma y cómo yo emplazo esas formas unas con tras. Son muy atractivas esas formas. Después poquito a poquito me voy metiendo en el comportamiento humano, de la literatura, de los personajes, de los chistes, eso por lo que me gano la vida, ¿no?. Pero lo primero que hago es dibujar algo por el simple hecho de volver dibujar y jugar.

–¿Cómo empezaste a leer?

Es un misterio, en casa no había libros, mi casa era muy pobre. Hasta los manuales eran prestados, no circulaban fotocopias, algún libro de lectura me habrá llegado heredado de alguna amistad de algún grado mayor. Tuve que salir de mi casa para encontrarme con un libro, me encontraba con revistas, guarda. Con eso sí me encontraba.

Iba a cualquier casa de amiguitos o de famila y me encontraba hurgueteando a ver si no había alguna revista de historietas que eran las que me gustaban. Después, las que no me gustaban, las leía igual. A mí me gustaban las grotescas, pero si había superhéroes era la segunda lectura; si no había de esas, buscaba el Billiken, si no había de esas, buscaba de Autoclub, alguna revista de interés general, lo que sea, pero buscaba leer con afán de ensimismarme en un mundo.

La lectura que me llegó por Hamlet es accidental totalmente. Yo tenía un tío en Saladas, provincia de Corrientes, que cuando mi familia fue a pasar las vacaciones ahí –que pasabamos todas las vacaciones ahí porque mis padres eran correntinos–, mi tío, hermano de mi mamá, le pidió a papá y mamá que les prestara a Miguel porque iba a abrir una heladería. Entonces en ese trabajito que tuve, que era vender helados en la calle, justo caen los carnavales correntinos que son importantes. Y mi tío puso como rebusque un puesto de venta de cotillón y aerosoles de esos que tiran espuma. Y para engalanar eso, me hizo inflar globos. Cuando inflé globos, se me hincharon las admígdalas, mucho y se asustaron, y vino un falso medico y dijo que tenía que entrar en cuarentena porque tenía paperas. Me aislaron en la casa de un árabe que tenía una casa grande y me dieron una piecita con una cama y unos estantes donde había la colección de El Gráfico, que yo odiaba el deporte, y odiaba El Gráfico porque me hacía acordar a la peluquería que mi padre me obligaba y yo odiaba cortarme al ras.

Entonces detrás de El Gráfico había un libro que era Hamlet, tenía una tapa muy atractiva como de fantasía heroíca. Y me comí ese libro, seguramente. Era un libro con toda la teatralidad. Y no se por qué me pegó ese libro o me quedó como una especie de antecedente como “ah, ahora tengo que buscar libros”. Y después seguí buscando revistas, mi propia historia de la historieta y el humor. Iba al canje y venta de revistas y me fui haciendo una colección como para ver cuál era mi género. Yo hoy te puedo contar la historia de mi género por culpa de esas colecciones que yo armaba de a poquito. Y de a poquito, cuando entré en la editorial, mi patrón, que era un dibujante italiano, me prestó algo de (ediciones) Minotauro y me gustó, La naranja mecánica. Entonces seguí pidiendo libros de Minotauro: (J. G.) Ballard, (Arthur) Clarke.

Y después me empezó a prestar la colección de El séptimo círculo, la colección hecha por (Adolfo) Bioy (Casares) y (Jorge Luis) Borges. Las novelas policiales me atraparon y ahí ya no paré más de leer. Después vinieron otras capas laborales y otro tipo de lectura, mucho más general.

Me gustó mucho Borges de entrada, Juan Rulfo, de entrada. (Gabriel) García Márquez me volvió loco todo un tiempo. Nunca me atrapó (Mario) Vargas Llosa. Y también mucho link de cine que me llevaba a la literatura.

A mi me gusta mucho el cine y siempre linkeaba con algo: El tambor de hojalata de Günter Grass, Kaos de (Paolo y Vittorio) Taviani con (Luigi) Pirandello. Alguna mención en alguna escena donde Lawrence de Arabia está leyendo algo. Entonces, esos linkeos a mi me sirvieron mucho para abrirme el basto mundo de los libros que, con más predilección de novela, de cosa larga, que de cuentos.

Hasta el dia de hoy sigo leyendo más novelas que cuentos. Siempre al cuento le vi la ingenieria, en cambio a la novela le veia una gran libertad que podía ir a cualquier lado. Hoy sigo leyendo bastante por mi programa de radio, que invito a muchos escritores y escritoras, pero el mundo libresco que mas me atrae hoy es el de los ensayos, como en el cine, lo documental. He virado, me estoy escapando de la ficción.

A veces pienso, ¿cómo estoy dedicando horas a entregarme a lo que se le ocurrió a esa persona, que encima conozco? ¿Como puede ser que yo este recreando lo que me esta...? Me pone inmerso en algo que no se si es mi mundo. Hay un descreimiento.

–¿Se puede hacer humor con todo?

Yo pienso que hay que hacer humor con todo, y luego pienso que yo no puedo hacer humor con todo porque hay temas que no me interesan y hay temas que son re jodidos. De hecho, en tiempos más libres que éstos, he hecho humor con temas que parecían muy álgidos, jodidos, como por ejemplo los desaparecidos, y hoy no lo haria porque ya lo hice, porque ya se me agotó esa prueba.

Hoy no haría nada que jodiera a la revolución feminista, definitivamente, es un terreno en el que ya cometí un par de tropiezos por la formación de mierda que tenemos y no pienso generar nuevos malentendidos porque soy muy feminista a pesar que algunas cosas me han salido, por la inercia que tenemos los varones, como un equívoco. Eso lo tengo que pensar dos veces porque no quiero abonar a los vencedores de siempre. Quiero estar del lado de los perdedores, siempre.

Rep sobre el humor

–Evita, Maradona, ¿qué otra persona que "nació para molestar" te interesaria dibujar?

No se si quiero seguir la serie. A Evita la hice una vez porque me llamaron de Planeta, pero es verdad que cuando hay dos ya parece que hay una serie. Pienso que caen de maduro John Lennon, aparte lo conozco muy bien, el Che (Ernesto Guevara), Charly García, pero está vivo, y eso no permite hacer un libro. Tengo que descubrir a las mujeres que nacieron para molestar, me falta eso.