La caída histórica en las tasas de vacunación y la reaparición de enfermedades que se encontraban casi erradicadas en la región, para el concejal Leonardo Caruana se encuentran completamente vinculadas y “forman parte de una problemática multicausal y exigen comprender diversas dimensiones técnicas, sociales, políticas y culturales que hoy convergen para erosionar la vacunación: uno de los pilares más sólidos de la salud pública”.
Según precisó el edil a este medio, la pandemia tensó sistemas sanitarios ya debilitados, y además acentuó las dificultades en el acceso a los servicios de salud. “Las interrupciones en los controles, las postergaciones de consultas y el colapso de los circuitos habituales dejaron huellas que aún hoy no logramos reparar del todo”, aseguró.
A esto se suma un escenario político donde el cuidado y la salud pública “se desacreditan y se desfinancian desde Nación, y se desmantelan campañas de prevención, profundizando un retroceso que será difícil revertir si no se asume su gravedad”.
De esta manera, Caruana estableció que, “paradójicamente, la vacunación es víctima de su propio éxito”, y se explayó en su idea: “Cuando una enfermedad deja de circular, la sociedad tiende a minimizar su peligrosidad. Ese relajamiento en la percepción del riesgo lleva a muchos a postergar o descartar la vacunación, sin advertir que es precisamente esa actitud la que abre la puerta a rebrotes que años atrás eran impensables”.
Recordó entonces los mensajes anti ciencia, anti Estado y antipolítica —amplificados por redes sociales y medios masivos—, que “se combinan con la falta de información clara y con decisiones sanitarias subordinadas a criterios puramente económicos. Es un caldo de cultivo perfecto para la incertidumbre y la desconfianza”.
La caída progresiva de la vacunación en la última década, de esta manera, “no puede desligarse de este clima de época que desjerarquiza lo público y lo científico. Y el resultado está a la vista: enfermedades que estaban controladas o erradicadas vuelven a circular”.
Para el otrora secretario de la cartera de Salud local, “cada contacto del sistema de salud con una familia —sea una consulta pediátrica, una urgencia menor o un control clínico— es una oportunidad para promover prevención y cuidados colectivos. Reducir la atención únicamente al motivo específico de consulta es perder chances valiosas de proteger a la población”.
Un derecho y también una responsabilidad colectiva
Las vacunas son uno de los instrumentos tecnológicos más importantes en la historia de la salud pública. Han salvado millones de vidas, especialmente en la infancia, evitando muertes y mejorando de manera decisiva la calidad de vida.
En Argentina, vacunarse es un derecho: todas las vacunas del Calendario Nacional son gratuitas y se aplican en vacunatorios, centros de salud y hospitales públicos. “Sin embargo, garantizar el acceso no alcanza si no reconstruimos la confianza social en los procesos de cuidado”, advirtió Caruana.
Así como se discute la crisis de representación democrática y la distancia creciente entre instituciones y ciudadanía, “necesitamos hacer una autocrítica profunda en torno al proceso de vacunación. Por qué disminuyen las coberturas, qué dejamos de escuchar, cuáles son las nuevas formas en que circula la desinformación y cómo se reorganiza el vínculo social con la ciencia y la salud”.
Las campañas masivas para el edil no son suficientes, ya que “los discursos que circulan se insertan en un ecosistema comunicacional complejo, que requiere nuevas herramientas, nuevos lenguajes y más cercanía”.
De esta manera instó a entender que “las salidas individuales son insuficientes ante problemas colectivos. Cuando la vacunación se debilita, la comunidad entera se expone. Y lo que emerge es lo que estamos viendo hoy: el regreso de enfermedades que creíamos superadas”.
Invitó entonces a que la mirada sanitaria sea en estrecho vínculo con otros campos, como son comunicación, tecnología, ciencia política, economía, sociología, antropología. “Y escuchar los miedos, las dudas, las narrativas que circulan. Sin escucha, no hay estrategia sanitaria sólida posible”.
Finalmente, reflexionó: “La baja de la vacunación no es solo un problema epidemiológico. Es un síntoma de un tiempo que exige reconstruir confianza, presencia estatal, cooperación entre sociedad civil, instituciones y ciudadanía. Porque la salud pública es, por definición, un proyecto colectivo. Y nadie, absolutamente nadie, se salva solo”.