A diferencia del brote de dengue que sufrió Rosario en la temporada 2023/24, con casi 30 mil contagios y 15 fallecidos, este año la ciudad no solo disminuyó casi tres veces la cantidad de casos positivos sino que registró un aparente desplazamiento en el mapa de calor. Las zonas más afectadas no estuvieron en los barrios de la periferia sino en áreas más cercanas al centro, lo que implica un desafío a trabajar para la prevención que se inicia en esta etapa.
La enfermedad es una sola (no hay una para personas pobres o ricas o de clase media como plantea -provoca- el título de esta nota). El mosquito aedes que transmite la enfermedad no mutó y las cepas del virus fueron las mismas. Lo que ocurrió, explicaron los especialistas de la Secretaría de Salud y de Epidemiología municipal a Rosario3, fue una mayor conciencia en las comunidades que fueron muy afectadas el año anterior y también menor “población susceptible” en esos puntos (porque muchoss ya se habían contagiado).
El miedo, en estos casos, hace subir las alertas y fueron efectivas las tareas coordinadas con escuelas y organizaciones sociales presentes en los territorios.
Personal municipal y referentes de cada lugar removieron cacharros o recipientes con agua, limpiaron minibasurales, siguieron las ovitrampas que detectan el vector de forma temprana y avisaron para aislar a personas con síntomas. La tasa de contagios cada 100 mil habitantes en Godoy, al oeste, Nuevo Alberdi, al norte, o el barrio qom/toba de Travesía se derrumbó. Bajó entre una temporada y otra de 527 a 9 o de 275 a 1, por citar algunos ejemplos.
En cambio, en Echesortu y Nuestra Señora de Lourdes (macrocentro), donde comenzó el último brote, la relación del Estado con las familias es otra. El ingreso a las viviendas para fumigar o eliminar objetos y el impacto de las campañas públicas para generar conciencia decrece. Ahí, la tasa de incidencia también se ubicó por debajo de la temporada anterior pero en menor proporción (descendió de 64 a 13).
En la jurisdicción de la comisaría 1º (centro, el río, Santa Fe y Oroño), la tasa se redujo de un año a otro de 27,2 a 7,3. Sin embargo, en el promedio de 23/24 esa zona estuvo diez veces debajo del promedio de la ciudad (que fue de 204) mientras que este 24/25 quedó por encima de la media (de 6,3).
Esta última versión del dengue se sintió más entre bulevares que, por ejemplo, en Ludueña Norte, La Cerámica, Villa Manuelita o Las Flores y 17 de agosto.
La buena noticia en términos generales (hubo menos enfermos y los pacientes fallecidos fueron la mitad del año anterior) contiene, por otro lado, un dilema a resolver para estas semanas de “interbrote”: ¿cómo llegar de manera efectiva a esos hogares de clase media que no respondieron con el mismo compromiso y nivel de conciencia que en las zonas marginales golpeadas en el verano de 2024?
Datos comparados
El brote se inició en noviembre de 2024 y finalizó en julio de 2025 (el último contagio fue el 16 de junio y desde entonces se proyecta un mes más hasta el cierre sin casos).
En comparación con el precedente, comenzó la misma semana del año (la 47) pero tuvo una finalización más temprana (en la 28).
La circulación viral se interrumpió después de 16 semanas con menor cantidad de casos totales (un 65% menos) y de defunciones. Fue similar la presencia de serotipos, con predominio de DEN-1 y DEN-2.
Uno de los puntos sensibles al comparar los datos de ambos brotes están ligados al vínculo con las condiciones materiales de vida. El año pasado, las tasas de incidencia fueron mayores en personas con condiciones de vida materiales más desfavorables.
“Las tasas reflejan mejor que la cantidad de casos la desigualdad social ante el dengue”, resume el último informe de Salud municipal.
Esa realidad que se puede ver en las tablas y gráficos construidos con datos oficiales por la Dirección de Planificación Epidemiológica no termina de explicar lo que ocurrió este año.
En 2023/24, hubo mayor concentración en las comisarías 19 (Triángulo y Moderno), 12 (Ludueña Norte), Sub 21 (Larrea), Sub 2 (La Cerámica y Cuyo, Nuevo Alberdi) y 13 (Cinco Esquinas y Bella Vista).
En el actual, en cambo, fue en la 14 (Azcuénaga y Belgrano), 6 (Echesortu), 18 (Alvear y Remedios Escalada de San Martín), Sub 22 (Antártida Argentina) y 13 (Cinco Esquinas y Bella Vista).
Se duplicó el “trabajo humano”
La secretaria de Salud, Soledad Rodríguez, afirmó que el análisis objetivo de los datos permite entender “cómo se comportó el brote”, revisar “el impacto de las acciones para la prevención” y seguir “el desarrollo”.
“Cuando uno organiza la información de este modo puede ver cómo inciden e impactan las acciones de prevención y la acción territorial con ciudadanos y ciudadanas que son las más importantes”, dijo y precisó: “El descacharrado, eliminar los restos de huevos o mantener los pastos cortos impiden el desarrollo del vector es lo que más efectividad tiene".
El equipo de Salud destacó el “trabajo humano”, que se hace caso por caso (cada punto en el mapa de la ciudad es un paciente identificado), y detalló que hubo 8.215 viviendas visitadas esta temporada 2024/25 (más del doble que las 3.061 de la anterior). Las estrategias de “rastreadores epidemiológicos” (o los llamadores que hacen un seguimiento de los pacientes) pasaron de 800 a 1.822.
En parte por ese despliegue del Estado (que se necesita presente en estos temas) y también por la caída habitual que suele haber en los casos después de un gran brote, hubo menos personas febriles detectadas y menos hogares que fueron desinfectados.
“Estas acciones dan cuenta de un cambio en el comportamiento del virus. Estamos tratando de afinar cómo podemos focalizar la tarea en nuevos barrios de la ciudad en donde hubo intensidad de casos. Un despliegue que no es magia sino que se hace en función a indicadores, a condiciones de vida y a un estudio de comportamiento”, explicó Rodríguez.
El miedo y el cambio de foco
Fernando Vignoni, subsecretario de Salud y Territorio, señaló que además “las acciones de prevención, de capacitación y un trabajo sistemático en los barrios con una cuadrícula para coordinar con las escuelas y las organizaciones”, hubo un ingrediente no menor: el miedo.
“El brote anterior dejó fallecidos cercanos, personas que la pasaron muy mal con el dengue porque tuvieron que dejar de trabajar por la afectación y eso también generó conciencia", dijo.
La contracara son las zonas en donde eso no estuvo presente y hubo circulación del virus este 2025. "Quizás en estos lugares no tuvimos un trabajo intensivo como en los otros barrios, faltó más colocación de ovitrampas (que detectan el vector) y había mayor cantidad de población susceptible", enumeró.
Se suman otros factores: en los tres barrios del macrocentro marcados por la enfermedad los vecinos tienen un uso del circuito de salud más privado. “No es de contacto directo con el efector público sino que va a una clínica y la notificación demora un poco más. Muchas veces, ante un primer caso no llegamos tan a tiempo real para bloquear más contagios, que es algo crucial, como sí nos pasa con la red pública”, explicó Vignoni.
Clubes y centros comerciales
Este año, el primer lugar donde se expandió la enfermedad fue en Echesortu (al año pasado había sido el barrio qom/toba). “Se trata de un sector cercano a los centros comerciales y que también concentra circulación de personas de distintos lugares de la ciudad", definió subsecretario de Salud y Territorio.
“En los centros comerciales, las personas van a la tardecita, que es el horario donde sale el mosquito,y después vuelven a sus casas. Nosotros pasamos con los operativos a la mañana o media tarde y no encontramos gente en los domicilios. Esas son algunas de las hipótesis que pudimos construir de por qué pasó esto”, diagnosticó.
En principio, es una población a la que se debe llegar distinto. Planifican una comunicación de uno a uno más que colectiva. Así como articularon con organizaciones en barrios, buscar adaptar esa estrategia con clubes y centros comerciales, incluso con fumigaciones en esos puntos.
El desafío para la temporada 25/26 es desplegar dos planes de trabajo paralelos según las características de las zonas de la ciudad.
Vacunas y cambio climático
Es importante aclarar que Rosario no fue una isla. El descenso de casos en la ciudad se asemeja a las dinámicas que se vieron en Argentina (notificó 76.624 contagios, un 15% de la temporada pasada) y en la Región de las Américas (3.291.538 casos, un 30% de 2023/24).
Por lo tanto, además de las acciones locales hubo un factor regional. Si bien el cambio climático generó una tropicalización y la frontera del dengue se desplazó hacia el sur (hasta La Pampa), lo que dejó a Rosario no un borde sino en el centro de la mancha, lo cierto es que este año el impacto fue menor en general, explicaron a este medio Matías Lahitte y Juan Herrman, coordinador y director estratégico de Epidemiología de la Municipalidad.
En la ciudad se aplicaron desde septiembre del año pasado hasta julio 43.683 dosis (21.207 en efectores municipales). Se privilegió a pacientes en riesgo y personal de salud.
Sin embargo, los especialistas no arriesgan cuánta incidencia tuvo ese accionar en el resultado de este año. “La vacuna sumó una herramienta más a la estrategia integral de abordaje. Pero lo más importante son las acciones preventivas”, afirmó Lahitte.