Un equipo de astrónomos descubrió 53 cuásares gigantes de radio que emiten chorros de materia a velocidades cercanas a la de la luz, con longitudes de hasta 7,2 millones de años luz, lo que equivale a 50 veces el ancho de nuestra galaxia, la Vía Láctea. Estos objetos, alimentados por agujeros negros supermasivos, se encuentran entre los más grandes y distantes del universo.
Los cuásares son núcleos galácticos activos extremadamente brillantes y distantes, alimentados por agujeros negros supermasivos en el centro de galaxias jóvenes. Cuando el gas y el polvo caen en el agujero negro, forman un disco de acreción que se calienta y emite enormes cantidades de radiación electromagnética en todo el espectro, haciendo que el cuásar sea uno de los objetos más luminosos del universo. Su estudio permite a los astrónomos obtener información sobre las primeras etapas del universo.
El descubrimiento se realizó utilizando el Radiotelescopio Gigante de Ondas Métricas (GMRT) en India, que cubrió alrededor del 90% de la esfera celeste. Los cuásares gigantes de radio son valiosos para entender la evolución del universo y el medio intergaláctico en el que se expanden. El estudio fue publicado en The Astrophysical Journal Supplement Series de la American Astronomical Society.
"El tamaño de estos chorros de radio no es comparable con el de nuestro sistema solar, ni siquiera con el de nuestra galaxia", declaró Souvik Manik, miembro del equipo. "Estamos hablando de entre 20 y 50 diámetros de la Vía Láctea, colocados uno junto al otro".
La investigación sugiere que el entorno desempeña un papel fundamental en la evolución de estos chorros de radio, y que los cuásares gigantes a mayores distancias presentan una mayor asimetría de chorros en comparación con los más cercanos a la Vía Láctea.
Los hallazgos del equipo parecen indicar que los cuásares gigantes a mayores distancias presentan una mayor asimetría de chorros en comparación con los más cercanos a la Vía Láctea. Esto podría deberse a que, cuanto más lejos están estos cuásares, más atrás en el tiempo los observamos, y a que el cosmos primitivo era mucho más caótico y estaba repleto de gas denso que distorsionaba las trayectorias de estos chorros.