Los graduados universitarios tienen distintas opciones para continuar formándose una vez finalizada la carrera elegida. Estos estudios de posgrado pueden adoptar distintos formatos dependiendo de su extensión y profundidad. El doctorado es el que requiere de más tiempo y es una opción generalmente elegida por aquellos que deciden continuar en el ambiente académico-científico una vez obtenido su título de grado.

En la Argentina, el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) otorga becas en base a antecedentes para cursar y obtener un doctorado. Si bien esta capacitación eleva el grado de formación de aquellos que la cursan también es cierto que a medida que se avanza en su desarrollo las posibilidades para optar por otros caminos laborales pueden irse cerrando.

Una vez finalizado el doctorado las opciones, básicamente, son ingresar a la Carrera del Investigador del CONICET o continuar presentándose a becas postdoctorales, posponiendo lo que en algún momento deberá enfrentarse como casi única posibilidad: competir para ingresar como investigador al CONICET obteniendo un puesto con estabilidad laboral. Ingresar al sector privado es otra opción, si bien el número de puestos disponibles varía y, generalmente, considero que no es una posibilidad que permita ubicar números importantes de doctorados.

El ser becario postdoctoral permite tener una cierta estabilidad (2-3 años) al mismo tiempo que se busca fortalecer el currículum con publicaciones científicas hasta tanto llegue el momento de tomar la decisión de postularse para ingresar a la carrera del investigador.

En otros países del mundo la situación no es muy distinta: investigadores de 40 años que siguen de beca posdoctoral en beca posdoctoral o situaciones laborales similares con fecha de vencimiento. Y como en cualquier profesión, a medida que pasa el tiempo, las posibilidades de lograr trabajos estables va disminuyendo.

Posibilidades

Hay investigadores cuya vocación es la investigación y pueden llevarla adelante superando exitosamente las instancias mencionadas. Hay otros que por no poder superar la competencia o bien simplemente por no estar interesados, se encuentran en una situación de absoluta inestabilidad. La pregunta que surge entonces es: ¿qué hacer con todos estos profesionales formados en la Argentina, que han representado una inversión importante por parte del Estado y que ahora se encuentran sin un norte seguro? Hay vida después del doctorado. Y mucha, por cierto. Solo hace falta pensar en posibilidades existentes así como en generar alternativas que beneficiarán a todos los sectores involucrados.

Mencionaremos solo algunas pocas de las disponibles en los últimos años así como otras que considero viables en un futuro cercano.

Comunicadores científicos

Los investigadoos llevan adelante piensan, diseñan y ejecutan experimentos en la mesada de trabajo. A partir de esas acciones obtienen resultados, positivos o negativos, todos útiles. Su tránsito por el laboratorio los hace conocer en primera persona todo lo que hay detrás de concretar un experimento. Entienden que la ciencia no es magia y que para obtener un resultado “hay que transpirar la camiseta”.

Realizar un experimento implica uso de dinero y, lo que no es menos importante, de tiempo. Tiempo que a veces constituye un recurso tan necesario como el dinero sobre todo cuando obtener el resultado novedoso permite escribir una “paper” científico, requisito indispensable para mejorar el curriculum, pedir subsidios para desarrollar proyectos de investigación y avanzar en la carrera científica.

Con toda esta historia a cuestas: ¿quién mejor que un doctorado para comunicar ciencia? Generar opciones que permitan a aquellos investigadores que no ingresan a la Carrera del Investigador Científico del CONICET, seguir en contacto con la ciencia desde otro espacio permitiría que estos profesionales puedan continuar su desarrollo al mismo tiempo que cumplen una función útil e intelectualmente estimulante.

Los institutos de investigación del CONICET se beneficiarían ampliamente de tener un área de comunicación que conozca de ciencia (además de comunicación) y funcione como verdadera “cara” del instituto en particular y de la ciencia en general. Estas áreas servirían no solo para la interacción dentro del ambiente científico-académico sino también como espacios de articulación con distintos sectores de la sociedad habilitando interesantes posibilidades.

Ciencia, política y diplomacia

Otro espacio en el cual los doctorados pueden desempeñar funciones absolutamente necesarias es en la articulación entre ciencia y política. Verdaderos conocedores de distintas áreas de investigación están habilitados para funcionar como actores asesorando en el desarrollo de políticas públicas necesarias para la resolución de problemáticas específicas. Pocos como ellos para entender la importancia de una correcta asignación de recursos si realmente se busca solucionar problemas concretos.

La política exterior en ciencia es otra área que se beneficiaría de recursos formados en ciencia y tecnología. Escuché por primera vez sobre estos temas en el 2017 durante un simposio que se daba en la ciudad de Buenos Aires y del que participaron representantes locales e internacionales, poniendo en evidencia la riqueza para explorar este campo.

En julio de 2020 participé de un simposio sobre este tema organizado por la Universidad Externado de Colombia. Los expositores pertenecientes al Estado así como a distintas organizaciones de España, Brasil y la Unión Europea dejaron en claro la necesidad de acercar ciencia y diplomacia con el fin de enfrentar desafíos globales referentes a salud, medio ambiente y desarrollo social. Los doctorados se ubican entre las primeras opciones para trabajar en este campo.

Oficinas de Ciencia, Tecnología y Vinculación Tecnológica

Las oficinas de Ciencia y Tecnología de las Universidades han cambiado a lo largo del tiempo. Su actividad no es la misma hoy que hace 15 años. Nuevas herramientas para estimular la investigación y el desarrollo de la ciencia, nuevos sistema de becas para estudiantes, graduados y doctorados,  nuevos requerimientos y reglamentaciones hacen que el perfil de una persona que trabaja en estas oficinas deba actualizarse.

Las oficinas de Vinculación Tecnológica han florecido en los últimos años, diferenciándose de su habitual existencia dentro de la estructura de Ciencia y Tecnología. La vinculación de las Universidades con el territorio en el cual se encuentran insertas a fin de resolver problemáticas locales implica la necesidad de profesionales formados en ciencia para participar activamente en el establecimiento de articulaciones fructíferas.

Profesionales formados en ciencia que sean parte de la planta permanente de la Universidad y que, por lo tanto, funcionen como “repositorios” del conocimiento acumulado a lo largo de distintas gestiones. Esto permitirá que las nuevas autoridades puedan asesorarse de lo que viene sucediendo, manteniendo actividades exitosas en marcha al mismo tiempo que pueden enfocarse en la generación de políticas novedosas acordes a la nueva gestión.

Lo explicado para las Universidades puede aplicarse a otros organismos estatales como el CONICET o bien dependencias provinciales y municipales que trabajen en Ciencia y Tecnología.

Hay vida después del doctorado

Las tres situaciones descriptas sirven como ejemplo de lo mucho que los doctorados pueden contribuir tanto en la actualización de áreas establecidas como en la creación de nuevos espacios con sus consiguientes desafíos. Serán necesarias instancias de formación adicional pero el conocimiento básico ganado tras años de desempeño en el ámbito científico-académico con una red de conexiones invaluables en el país y en el exterior ya está allí. Sería un verdadero desperdicio de recursos y experiencias no tener la decisión política para aprovechar la situación.

Vale la pena remarcar que las posibilidades mencionadas no son un “premio consuelo” para aquellos que no logren ingresar a la Carrera del Investigador Científico. Muchas veces seguimos en un determinado camino por inercia y es importante, llegado el momento detenernos y ver dónde estamos parados. Evaluar la vigencia de intereses pasados así como gustos actuales que pueden llevarnos a emprender nuevos caminos, proceso que requerirá de habilidades que pueden variar ampliamente entre distintos interesados.

La ciencia de hoy no es igual a la de mediados del siglo XX: requiere de comunicación, gestión, vinculación y otras áreas que contribuyen a su fortalecimiento y desarrollo. Tenerlo presente redundará en beneficio de todos los actores involucrados.

Después de todo el amor por la ciencia no desaparece. Solo cambia la manera de manifestarlo.

Claudio Pairoba es bioquímico, farmacéutico y doctor por la Universidad Nacional de Rosario. Máster en Análisis de Medios de Comunicación y Especialista en Comunicación Ambiental. Miembro de la Escuela de Comunicación Estratégica de Rosario y la Red Argentina de Periodismo Científico. Acreditado con la American Association for the Advancement of Science (Science) y la revista Nature 

Notas relacionadas

1. Segundo Simposio de Ciencia y Política
https://www.rosario3.com/opinion/Segundo-Simposio-de-Ciencia-y-Politica-20170926-0005.html

2. Ciencia y Diplomacia: se necesita un matrimonio bien avenido
https://www.uexternado.edu.co/finanzas-gobierno-y-relaciones-internacionales/ciencia-y-diplomacia-se-necesita-un-matrimonio-bien-avenido/

3. Propiedad intelectual con enfoque científico
https://unr.edu.ar/noticia/13345/lombardi-propiedad-intelectual-con-enfoque-cientifico