El barco Ciudad de Rosario, uno de los íconos turísticos de la ciudad durante décadas, permanece inmovilizado desde la pandemia. A las restricciones por el coronavirus se sumó luego la histórica bajante del río Paraná y, ante la falta de presupuesto para reactivarlo, su dueña decidió ponerlo a la venta.

La embarcación fue construida en la década del 70 por Raúl Oficialdegui y comenzó a operar en febrero de 1971. Desde entonces se transformó en un símbolo rosarino: con capacidad para 335 personas, fue escenario de fiestas de quince, casamientos, congresos, presentaciones de productos, viajes de centros de jubilados y paseos escolares.

En diálogo con el programa El Contestador (Radio 2), la hija de Raúl y actual propietaria, Haydée Oficialdegui, explicó los motivos que la llevaron a tomar la difícil decisión de vender el barco que hizo su padre. Recordó lo complejo que fue atravesar la pandemia, mantener el pago de salarios a los trabajadores y, luego, enfrentar la crisis por la bajante del río.

“Nosotros siempre apostamos a que Rosario es una ciudad turística. Mantuvimos precios accesibles para que la gente pudiera viajar. Nunca lo manejamos como una empresa, sino como un proyecto de mi padre, queríamos que todos disfrutaran”, señaló.

También contó que durante los años en que estuvo activo, el barco realizó viajes gratuitos para quienes no podían costear el pasaje.

Hoy, la embarcación necesita una costosa inspección técnica para volver a operar, pero la familia que la gestionó durante décadas ya no cuenta con los recursos. “La plata que yo tenía para sacar el barco se me esfumó entre la pandemia y la bajante del río”, explicó Haydée.

El Ciudad de Rosario mide 31 metros de eslora y 6,45 de manga, cuenta con dos motores, usina eléctrica propia, salones, bar, pista de baile y capacidad para 335 personas distribuidas en dos salones cubiertos con climatización frío/calor.

Por último, la propietaria expresó su deseo de que la nave permanezca en la ciudad: “Me encantaría que el comprador sea de acá, de Rosario”.