La Policía Federal brasileña arrestó preventivamente este sábado a Jair Bolsonaro por orden del juez Alexandre de Moraes, del Supremo Tribunal Federal (STF), quien consideró que existía un “riesgo concreto de fuga” después de que el exmandatario intentó quemar su tobillera electrónica, según él mismo admitió más tarde. La detención se produjo poco antes de que el expresidente tuviera que empezar a cumplir la pena por su condena por intento de golpe de Estado para impedir la asunción del presidente Lula da Silva.
En la grabación difundida por el tribunal, Bolsonaro aparece con la tobillera aún colocada y con marcas de quemadura. Al ser interrogado por una agente policial sobre el estado del dispositivo, el expresidente respondió: “Metí un soldador ahí (por) curiosidad”. Las autoridades detectaron la manipulación del equipo de monitoreo a las 00:08 hora local del sábado, lo que activó la alarma sobre un posible intento de fuga.
En vista de lo ocurrido, la corte suprema fundamentó la orden de prisión preventiva en la existencia de un “riesgo de fuga concreto” y una “amenaza al orden público”. El magistrado señaló que la supuesta intención de Bolsonaro de romper la tobillera coincidió con una manifestación convocada frente a su residencia por su hijo, el senador Flávio Bolsonaro.
Agentes llegaron a la casa de Bolsonaro, en el barrio Jardín Botánico de Brasilia, a unos diez minutos del Congreso, cerca de las seis de la mañana para arrestarlo. El expresidente fue trasladado en un auto polarizado, escoltado por otros vehículos de la fuerza, hasta la sede de la superintendencia de la Policía Federal, a unos 20 kilómetros de su domicilio.
De Moraes también recordó que otros aliados y familiares del ex presidente, como el diputado Eduardo Bolsonaro y el ex director de la Agencia Brasileña de Inteligencia Alexandre Ramagem, han abandonado el país en circunstancias similares.
La medida, sorpresiva, transformó la prisión domiciliaria, vigente desde el 4 de agosto, en prisión preventiva y se basó en nuevos elementos que, según Moraes, revelaron violaciones de las medidas cautelares y un intento de utilizar a sus seguidores para interferir en la ejecución de la pena a 27 años y 3 meses de prisión por intento de golpe.
Con la inminencia de que los recursos de la defensa de Bolsonaro ante la Corte se agotaran, el juez concluyó que mantenerlo en su casa ya no garantizaba la aplicación de la ley.
Tras el arresto, Bolsonaro permanece en una sala especial dentro de la superintendencia de la Policía Federal. Se trata de un espacio de unos 12 metros cuadrados con cama, escritorio, aire acondicionado, frigobar y baño privado. El lugar había sido reformado recientemente ante la posibilidad de su detención, en un modelo similar al utilizado con Luiz Inácio Lula da Silva durante su prisión en Curitiba, siguiendo la regla que garantiza a expresidentes condiciones especiales.
Moraes ordenó explícitamente que la detención se ejecutara “sin uso de esposas ni exposición mediática”, y determinó atención médica permanente debido al estado de salud del exmandatario.