De a poco, muchos países de Europa levantan las restricciones y vuelven a la calle. Al trabajo. A sus rutinas. A la “normalidad”. O al menos a una nueva normalidad. Y para muchos, sorpresivamente, esto resulta angustiante. Es lo que descubrió, desde París, el psiquiatra y psicoanalista rosarino, Juan David Nasio, para Gabriel Rolón, “el mejor psicoanalista del mundo en este momento”.  

En contacto con La primera de la tarde (Radio 2), Nasio señaló que para muchos, el fin de las medidas de aislamiento, supone un verdadero problema. Esto advirtió, no sin sorpresa, en  consultas, que mantuvo por teléfono y skype con sus pacientes. Y por ende, será necesario también permitirse un tiempo para adecuarse.

El confinamiento demostró ser el paraíso terrenal, una situación de confort”, llamó la atención Nasio que aclaró: “en término generales, hablando globalmente, también han ocurrido cosas terribles”.

Sin embargo, en esa generalidad, indicó el afamado psicoanalista, muchos lograron encontrar comodidad, pasada una primera etapa de temor e incertidumbre.

Se despertaron las pulsiones mas regresivas, más primitivas: comer, dormir, jugar, estar presente”, dijo. Como contracara, claro, también las pulsiones más agresivas.

Sin embargo, ese tiempo en casa, superado el primer shock y la desesperación al encierro, probó ser para muchos una posibilidad para conectarse consigo mismo y con sus seres queridos de una forma que antes no habían podido nunca.

“Una cosa es salir a la calle y otra es retomar la vida habitual que muchas veces, muchos de nosotros la viven no siempre bien y a veces angustia”, diferenció y compartió la preocupación de sus pacientes a gusto con el teletrabajo y estresados por “volver a ver al jefe”.

Nasio aventuró grandes cambios en las interacciones sociales, pero se alejó de escenarios dramáticos. Por el contrario, aseguró que, como siempre, el ser humano “va a salir parado de esta crisis”. Y haber atravesado esta cuarentena global ha sido prueba de ello.

Más allá de los cambios sociales, no cree que se produzcan transformaciones esenciales en lo afectivo “porque el cuerpo y el deseo están, siempre están”. Los besos y los abrazos volverán.