La historia de la de sanjuanina María Nives Martin,  que padece espina bífida del tipo mielomeningocele emociona  en las redes sociales. La primera vez que fue a una clase de zumba fue en el 2017 y desde ahí no pudo parar.

"Durante mi infancia y adolescencia fui a una escuela común sin ninguna especialización y eso me hizo muy bien. Siempre me sentí una más del montón lo que me ayudó bastante a forjar la persona que soy hoy”, cuenta a TN.

Siempre le gustó bailar, pero lo hacía en reuniones familiares: “Hace tres años, por cuestiones de salud, me recomendaron hacer actividad física. Primero hice reggaetón y después una amiga me dijo que probara con zumba y me encantó”.

Todas la llaman "Maru Morocha" porque fue quien impulsó el sueño de ser instructora: “En 2018 le pregunté si podría hacerlo, me lancé más allá de que tenía un poco de vergüenza y miedo y lo logré”.

Nives confiesa que al principio temía que la juzgaran y dudaba sobre cómo lo haría. “No sabía si iba a poder hacer todos los pasos, pero pude y aprendí a valorarme más”.

Por otro lado, en 2019 decidió ir por el fitness en discapacidad y un instructorado de aeróbica, step localizada y ritmos en un gimnasio.

Desde que obtuvo su certificado oficial de profesora, Nives participó en diferentes clases hasta que en 2020, por su cuenta, empezó a entrenar a un grupo de alumnas por Google Meet los martes y jueves. “Soy la única en San Juan, pero espero que mi historia impulse a otras personas a hacer lo que les gusta, que busquen la manera de ser felices”.