Es verdad que las cosas están cambiando y hoy las niñas y los niños crecen en un presente que conoce y defiende sus derechos, que milita sus libertades y decisiones, que apunta a un mañana sin estigmas, también es cierto que para determinadas personas y empresas, el celeste sigue siendo cosa de nenes y el rosado de nenas.

En Argentina, dentro de la industria de juguetes, la palabra diversidad suele quedar al margen. Las barbies son rubias con ojos claros o morenas con curvas perfectas. De cualquier manera, se dedican a lo mismo: niñeras, costureras, cajeras o veterinarias.

Casita de Muñecas llegó para romper con esas estructuras sociales, culturales y patriarcales invitando a un nuevo concepto del mundo lúdico, apostando a la transformación social. Ni equipos de cocina para ellas, ni armas para ellos. Romper con los estereotipos es urgente.

En 2015 comenzaron a fabricar muñecos con rasgos reales con el objetivo de que las infancias tengan desde sus primeros años modelos en los que reflejarse. "La iniciativa surgió de entender que si los chicos y las chicas usan juguetes muestran alguna discapacidad y pueden verlos como uno más, entonces la diversidad será para esta generación algo de todos los días. Tenemos que construir una sociedad basada en las diferencias para poder lograr una sociedad más inclusiva", cuenta Federico Galanterni, uno de los responsables del proyecto.

Poco tiempo despues, en una charla entre amigos, Galanterni escucha la historia de una nena con síndrome de down no quería jugar con muñecas porque ninguna se parecía a ella. Ese fue el disparador para crear a Oli, el primer hito de la marca en el camino de la inclusión.
"Nuestra búsqueda se basa en promover y concientizar a la comunidad sobre la importancia del juego plural y diverso. Un camino que comenzó con el lanzamiento de Oli y del cual nos falta mucho por recorrer pero convencidos de que es el camino correcto", cuenta el director de Casitas de Muñeca.

Este año, lanzaron un nuevo modelo de bebé. Su nombre es Eli, el primer muñeco que lleva un dispositivo coclear (dispositivo electrónico que ayuda a escuchar). Para su creación, la empresa trabajó junto a un equipo de médicos especializados en hipoacusia y fonoaudiólogos que guiaron el proceso de creación para que la apariencia sea lo más real posible.

"Desde lo privado podemos comprometernos con el entorno que nos rodea, y aportar nuestro granito de arena para construir entre todos una sociedad más justa", agregó Galanterni a Rosario3.

Con respecto a la reacción de la gente para los modelos Oli y Eli, desde Casita de Muñecas cuentan que "son bebés con características que suman. Nutren de diversidad, sostienen el juego simbólico y variado, mejoran la vida social, aportan al debate en las escuelas sobre la integración, construyen pluralidad y son una herramienta para crear un mundo mejor. La gente se emociona y eso nos da fuerzas".

El trabajo que llevan adelante tiene repercusiones a lo largo y ancho del país. La Asociación de Síndrome de Down de la República Argentina avaló los muñecos, en Concordia por ejemplo, un grupo de estudiantes de la escuela NEA, elaboró un proyecto educativo que consistió en incluir los muñecos OLI en los espacios vinculados con las primeras infancias. Finalmente se entregaron más de 100 muñecos en los jardines de la provincia de Entre Ríos para visibilizar e integrar y en Paraná un mensaje conmovió a toda la ciudad.

Junto a una foto de la muñeca escribieron: "Ella es Oli. Si alguien la ve o sabe de ella, por favor, agradecería su devolución. Cielo la perdió y no se acuerda dónde. Tiene síndrome de Down como su dueña. Ayúdennos a encontrarla".

Casita de Muñecas también tiene modelos con rasgos afroamericanos y orientales, trabajan en conjunto con el INADI y otros organismos de derechos humanos. En Rosario, los muñecos que abrazan la diversidad y levantan la bandera de la igualdad, son distribuidos para su venta en distintas jugueterías.

"Las diferencias no deben ocultarse, deben expresarse. De esta manera tenemos certezas que serán mejores adultos", cierra Federico.