El pasado 18 de septiembre, el Congreso de la Nación sancionó la llamada ley Nicolás, una norma que apunta a mejorar y asegurar la atención médica. Se inspiró en el caso de Nicolás Deanna, un joven de 24 años que falleció en 2017, a causa de meningitis, tras ser mal diagnosticado por un médico que fue condenado a 3 años de prisión. La ley contempla la protocolización de procesos, la incorporación de tecnología y la jerarquización del personal de salud. Para ello, en su articulado define conceptos tales como: seguridad del paciente y calidad de la atención sanitaria, entre otros. ¿Qué sabemos de la meningitis?

Cada 5 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Meningitis, una fecha que llama a pensar acerca del impacto de esta enfermedad poco frecuente que puede cambiar la vida de una persona y su entorno en cuestión de horas.

La meningitis puede tener origen viral, bacteriano, fúngico o parasitario, y cada tipo incide en los pacientes de forma distinta. La forma viral suele ser la más frecuente y, en general, menos grave, mientras que las fúngicas y parasitarias aparecen sobre todo en personas con defensas comprometidas. La meningitis bacteriana, en cambio, es la que representa la mayor amenaza, porque avanza de manera veloz y puede dejar secuelas irreversibles o incluso causar la muerte, si no se trata a tiempo. Dentro de este grupo, el meningococo es uno de los principales agentes y responsable de la mayoría de los brotes epidémicos.

La meningitis bacteriana continúa siendo una de las manifestaciones más graves de la enfermedad.

Según un reciente informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), una de cada seis personas que contrae meningitis bacteriana muere, y una de cada cinco sobrevive con secuelas permanentes. Entre ellas: sordera, convulsiones, problemas neurológicos, dificultades en el aprendizaje, problemas de visión y coordinación y hasta amputaciones. Todas estas secuelas tienen un impacto profundo en la calidad de vida de los pacientes y en sus familias, tanto en el aspecto social como en el económico.

Por esta razón, especialistas de todo el mundo ponen el foco en la baja cobertura de vacunación que se registra actualmente, tanto en bebés como en adolescentes, y recuerdan que la prevención puede salvar vidas y evitar secuelas graves.

Calendario nacional de vacunación - Argentina 2025 (Argentina.gob.ar).

La importancia de la prevención

 

“Prevenir es mejor que curar” dice el refrán, pero tratándose de enfermedades potencialmente mortales en algunas de sus manifestaciones, no sólo se trata de un refrán; es un llamado a la acción.

En Argentina, los niveles de vacunación están por debajo de recomendado. La dosis indicada a los 11 años frente al meningococo apenas alcanza una cobertura superior al 60%, y en menores de 1 año, la cobertura promedio no supera el 80%. Muy lejos del 95% recomendado para garantizar una adecuada protección comunitaria. La vacunación temprana y el acceso a la inmunización en adolescentes son dos metas esenciales que apuntan a un mismo fin: reducir la transmisión y salvar vidas.

En 2020, la OMS lanzó la hoja de ruta “Derrotar la Meningitis para 2030”, que establece tres objetivos centrales: eliminar la epidemia de meningitis bacteriana, reducir a la mitad los casos prevenibles por vacunación y disminuir en un 70% la mortalidad. Lograr estas metas implica trabajar de forma conjunta entre sistemas de salud, médicos y comunidad, para garantizar el acceso equitativo a las vacunas y la toma de conciencia por parte de la población sobre la importancia de la prevención.

La situación en Rosario

 

Sin embargo, en la ciudad, el panorama se presenta más alentador, en cuanto a la respuesta a las vacunas, estrategias mediante, como: "coberturas de vacunas nominalizadas (que permiten saber qué cantidad de personas se atienden en un centro de salud y quiénes tienen los esquemas incompletos), visitas periódicas a las escuelas y otras actividades extra muro para llegar a la población", explicó en diálogo con Rosario 3, la directora general de Promoción y cuidado de la salud colectiva, a cargo de Inmunizaciones, Diana Mardoni.

“En Rosario no se registraron, en los últimos meses, casos graves –agregó– mientras que en 2024 sí tuvimos algunos casos en niños con factores de riesgo. Pero en general, no tenemos grandes deserciones en relación con esta vacuna que se coloca cuando los niños son pequeños. No es para relajarnos; siempre hay que estar presentes, controlando e indicándolo desde el consultorio, pero no estamos tan mal".

En cuanto a las vacunas disponibles, la profesional puntualizó que existen vacunas que se encuentran dentro del calendario nacional que protegen contra las bacterias más comunes que pueden producir meningitis: Streptococo pneumoniae (neumococo), Nisseria meningitidis (meningococo) y Haemophilus influenzae. “Por eso –destacó– es importante presentar carnets completos según la edad. En todos los vacunatorios de hospitales y centros de salud, contamos con dosis y son gratuitas”, remarcó.

En cuanto a la respuesta de madres y padres a estos esquemas vacunatorios, Mardoni afirmó que en Rosario existe una “alta adherencia a la recomendación de vacunación en niños”. En general, “es una indicación del pediatra o del médico de cabecera, que luego de realizar el control, pase a completar su carnet de vacunación. No es común –subrayó–encontrarnos con personas que se nieguen a vacunar a sus hijos”.

Por su parte, el coordinador de Epidemiología de la Municipalidad, Matías Lahitte, remarcó que “es necesario reforzar la inmunización de calendario, ya que los patógenos más frecuentes que producen meningitis son inmunoprevenibles con vacunas disponibles en el calendario nacional y con gran impacto en una enfermedad que se asocia a elevada morbimortalidad”.

Hospital de Niños Víctor J. Vilela, de Rosario.

¿Cómo se manifiesta la meningitis?

 

La meningitis suele presentarse de forma intempestiva y el mayor problema radica en que los síntomas, en ocasiones, pueden confundirse con cuadros más leves. Cuando la consulta médica se retrasa –explican los especialistas– el pronóstico se vuelve mucho más complejo.

Los síntomas habituales incluyen fiebre alta repentina, dolor de cabeza intenso, rigidez de cuello, vómitos y somnolencia. En los bebés, los signos pueden ser más difíciles de reconocer y se presentan como irritabilidad, llanto persistente, rechazo a la alimentación o hinchazón de la fontanela (la parte blanda de la cabeza). En los casos graves de meningococo, la infección puede derivar en sepsis meningocócica, que se manifiesta con manchas violáceas en la piel (petequias) y un deterioro rápido del estado general.

Los más pequeños son el grupo más vulnerable. Los datos del Instituto Malbrán muestran que el serogrupo B sigue siendo predominante en menores de un año y alcanzó el 95% de los casos confirmados en 2024 en este grupo etario. A esta realidad se suma el hecho de que los adolescentes, aunque muchas veces cursan la infección sin síntomas, son los principales portadores y transmisores del meningococo, lo que los convierte en una población clave para el control de la enfermedad.