El extenso paro de los choferes de colectivo en Rosario generó una situación inédita en la ciudad: miles y miles de trabajadores tuvieron que improvisar medios de movilidad alternativa, otros suspendieron sus actividades y hay quien se endeudó para comprarse una moto.

Un informe que realizó De 12 a 14 (El Tres) visibilizó la variedad de problemas que genera la crisis sin fin del transporte público de pasajeros (acumula casi dos meses de huelga en dos etapas).

Soy administrativa y vengo a trabajar en taxi porque no hay transporte. Me sale caro porque vivo en zona sur: 225 pesos”, contó una mujer. Otra alternativa es la bicicleta, según describió otra encuestada, muy abrigada por cierto: “Vengo al centro desde Felipe Moré y Seguí, son unos 40 minutos de bici. Tenemos muchos bancos alrededor pero justamente me mandan al centro para hacer un trámite”.

Dos meses sin colectivos en lo que va de pandemia

La señora estaba acompañada por su hijo, a quien se le pinchó una rueda y no estaba claro cómo regresaría al barrio. “O vuelvo caminando o en bici, me costó bastante llegar, hacía mucho que no venía en bicicleta al centro”, reconoció el joven.

Me tuve que comprar una moto porque viene para largo el paro y un remís me sale 400 pesos por día, de zona sur al centro, los siete días de la semana”, comentó otro trabajador.

La contracara de esta crisis con los taxistas, quienes venían muy golpeados por la pandemia del coronavirus. Sin embargo, un chofer consultado señaló: “Tenemos más trabajo pero tampoco una locura porque no hay gente en la calle. Hay quienes van a trabajar en taxi y nos piden el ticket, se ve que lo pagan en la empresa”.

Niñeras y empleadas domésticas

 

Entre los sectores más afectados por el paro se encuentran los trabajadores y las trabajadoras en casas particulares. Clara contó a Rosario3 que la niñera iba a su casa de tarde para que ella pudiese ir a su trabajo pero como la empleada tenía que volverse de noche se generó un problema en la dinámica diaria.

Ella podría venir en la bicicleta pública pero volverse a su casa es un riesgo porque vive en zona sur y le da miedo por lo que la única posibilidad era irse en un taxi o remís. Pero, como a mí no me lo pagan en mi trabajo, entonces decidí que los días que hay paro de colectivos ella se queda en su casa y yo en la mía, y trabajo de forma remota. Es un arreglo que logré hacer con la empresa”, relató la mujer.

“No tengo auto y uso la bicicleta pública porque vivo en el centro pero si viviera en un barrio más alejado no sé si me animaría a cruzar la ciudad en bicicleta. Cuando voy a lo de mi mamá, tengo que disponer de 600 mangos para ir y venir desde el centro”, agregó.

Jorge tiene auto propio y resolvió ir a buscar y llevar a la empleada doméstica mientras se prolongue la medida de fuerza. Cruza la ciudad desde el norte al sudoeste. Lo toma como un “paseo” ya que se cuida por la pandemia y no suele salir a la calle pero la idea es poco sostenible en el tiempo.

Algo similar le ocurre a Florencia, quien vive en el centro y contrató a una joven para el cuidado de los hijos. Optó porque su marido la busque y la regrese a su casa en zona oeste. El viaje es de una hora ida y vuelta. Lo que le sale en remís ese viaje vuelve inconveniente la contratación del servicio, señaló a este medio.

El paro de los choferes de la UTA se extendió durante casi todo julio y ya se había registrado en el mes anterior, hasta que abonaron lo adeudado. En este caso, los trabajadores aún reclaman 70 mil pesos entre el parte del sueldo de junio, el medio aguinaldo y un bono (en total son unos 189 millones de pesos).