El empresario Ariel García Furfaro, dueño de HLB Pharma, fue procesado por contrabando agravado en el marco de una causa que tramita en el Juzgado en lo Penal Económico n.° 2, a cargo de Pablo Yadarola. Se trata del titular del laboratorio que está bajo investigación por las muertes que se produjeron a partir de la distribución de un lote de fentanilo contaminado.
Según la Justicia, la maniobra por la que se lo procesó en este caso consistió en haber comprado, en 2022, maquinarias en China por USD 500.000 y declarar en la Aduana que el monto de la operación había sido de USD 5.000.000, lo que representa una sobrefacturación de 1.000%.
Esto lo habría hecho con el objetivo de acceder a dólares baratos en momentos en los que en Argentina regían fuertes restricciones de acceso a la divisa norteamericana, por las que la cotización del mercado oficial era la mitad que la del informal. En aquel entonces, la Aduana –organismo que presentó la denuncia– estaba a cargo de Guillermo Michel.
En la causa, que también tiene entre los procesados a la madre de Furfaro y a su abuela de 90 años, se indica que el empresario habría concretado la sobrefacturación de importaciones “a través de varias empresas, entre ellas HLB Pharma Group SA, el laboratorio investigado por el juez federal de La Plata Ernesto Kreplak” a raíz de lo sucedido con el fentanilo.
Según publicó Infobae, Nilda Furfaro y Olga Luisa Arena, madre y abuela de Furfaro, aparecen en el expediente porque el dueño de HLB Pharma las registró alternadamente en la presidencia de la sociedad.
La importación de la mercadería se realizó mediante la firma ALFARMA S.R.L., presentando documentación falsa ante el servicio aduanero argentino y eludiendo así cinco operaciones de comercio exterior entre el 8 de marzo de 2022 y el 16 de agosto de 2022 inclusive.
Allí se declararon valores significativamente superiores a los declarados ante la Aduana de la República Popular China por aquella mercadería adquirida: García Furfaro declaró en la Aduana argentina que los productos costaron 5.040.000 dólares, pero en la Aduana de China la factura totalizaba 558.000 dólares.
La mercadería ingresada al país se usaba para el llenado y cerramiento de envases tubulares y maquinaria y aparatos para llenar, cerrar, tapar y taponar botellas, cajas y otros elementos.