El video de un humorista en Instagram: el chiste es que un hombre maduro y bien mantenido está en pareja con una mujer mayor. Sí, una vieja. ¿Eso todavía da risa?

La discriminación hacia las mujeres adultas y adultas mayores está en las redes, en el cine, en los medios de comunicación y en la calle. Incluso, la edad de lo que se considera “estar grande” es cada vez menor. Pareciese que no podemos envejecer en paz. Así, el proceso de maduración, el transcurrir de la vida misma, es un desparramo de prejuicios acerca de qué tienen que sentir y hacer, cómo se deben ver y comportar y qué pueden pretender a cierta edad. En contacto con Rosario3, la abogada y doctora en Derechos Humanos María Isolina Dabove, la escritora y artista española Selma Tango y la cofundadora de la organización No Pausa, Milagros Kirpach, analizan los motivos del estado de ánimo y autopercepción negativa de muchas mujeres acerca de sus años, los mandatos sociales imperantes y el fenómeno vigente de jóvenes que no cumplieron 40 años y ya se consideran “abuelas”. Pero, lo más importante es que revelan el antídoto, la fórmula para convertirse en esas viejas locas que desentonan y hacen ruido.

“Vivimos en una sociedad viejista, es decir, que discrimina en razón de ser,  justamente, personas mayores. En general se asocia a la vejez con enfermedad, soledad, decadencia, declive, falta de flexibilidad o bien rigidez, que impide la adaptación a lo nuevo y entonces, todas esas perspectivas, enfoques, hacen que la vejez sea percibida como una etapa amenazante, no deseada, en la que no nos queda otra más que morir”, sostuvo Dabove acerca de por qué da miedo y tanto rechazo envejecer.

Para Kirpach “seguimos con un resabio de una tendencia que se instaló a mitad del siglo XX, que estableció lo juvenil como un valor y símbolo de la época. Empezamos a dar lugar a una concepción que no solo aprecia lo viejo como un problema sino que directamente se opone a envejecer”. Y agregó en ese sentido: “Esa presión ha tenido mucho mayor efecto sobre quienes menstruamos. Desde No Pausa lo graficamos con una expresión común que solemos escuchar a menudo que es el “halago” del “No parecés”. El no parecer de una determinada edad o el verse más joven, suele ser motivo de aplausos y halagos”, precisó.

¿Y por qué hay un mayor señalamiento del paso del tiempo para las mujeres? La conductora del podcast Manolitas a la fresca, Selma Tango, respondió: “En general, el cuerpo de la mujer siempre está señalado y en cualquier época de su vida va a tener una mayor presión. Si una mujer cumple años deja de resultar atractiva y en esto tiene mucho que ver el imaginario colectivo, que en los últimos años se está modificando cada vez a mayor velocidad debido a los avances tecnológicos y a la cantidad de industrias que se han generado en torno al cuerpo y la belleza”, apuntó.

Wait for me there, 18” x 24”, oil on canvas over panel, 2021, de Angela Fraleigh www.angelafraleigh.com

Una vieja Historia

De acuerdo a la escritora española, “cada vez más, la belleza y el atractivo de las mujeres está vinculado con la juventud, de hecho, se hipersexualiza desde muchos sectores productivos incluso a las niñas", advirtió. "Con la llegada de las redes sociales esto se ha agudizado mucho más -remarcó- porque se está construyendo una imagen distorsionada permanentemente de cómo es el cuerpo de una mujer, incluso a través del uso de filtros de imagen que construyen cuerpos y pieles no reales modificando la percepción real de las mismas personas”, analizó.

En este marco, la creadora de No Pausa, agregó: “Las redes sociales actúan como una especie de ángel y demonio. Por un lado, permiten generar comunidades “peer to peer” (de igual a igual). Espacios de identificación con otras mujeres que están atravesando lo mismo, a naturalizar. Pero también las redes y los medios en general siguen reproduciendo los modelos hegemónicos de belleza y juventud”.

“Esto influye en nuestra percepción de cómo debe ser un cuerpo -continuó Selma- generando insatisfacción en nosotras y ahora también en las niñas, al mirarnos al espejo y no encontrarnos bellas como las imágenes que vemos y a los demás que nos perciben como algo a desechar cuando envejecemos. Por eso a partir de los cuarenta, las mujeres sufrimos una invisibilización que tiene mucho que ver también con el papel tradicional de madre que nos da el patriarcado y nos condena al ámbito de lo privado. Si no vemos mujeres viejas en el ámbito de lo público entendemos que para estar fuera, debemos modificar nuestra apariencia y parecer más jóvenes”, explicó.

Viejas a los treinta y pico

Cada vez es más frecuente escuchar a mujeres que aún no han soplado 40 velitas considerar que ya no son jóvenes, que no están para encarar esto o aquello, que no pueden vestir tal o cual prenda, y que se someten tempranamente a tratamientos médicos o a excesivas rutinas de actividad física. En resumen, se sienten señoras mayores, especie de abuelas prematuras. Para la investigadora y especialista en Derechos de la vejez, María Isolina Dabove, “muchas mujeres de 40 años que se sienten viejas tienen una mirada viejista de sí mismas. Es decir, siguen pensando que la vejez es lo peor que nos puede pasar y no ven nada positivo en ella. Sin embargo, hoy es posible vivir una vejez en plenitud en armonía con belleza, con deseos de todos los niveles y con posibilidades de incluso de disfrute sexual que quizás no se tuvo en la juventud”, advirtió y profundizó sobre las causas de esta percepción: “La belleza es un valor muy potente, muy muy poderoso y muchas veces la belleza ocupa el lugar de otros valores: la verdad, la justicia, la utilidad. Las mujeres bien sabemos de las distorsiones que genera la búsqueda de la belleza, en relación con el desarrollo de otros valores”.

Tango también se refirió a la búsqueda de una belleza construida artificial y económicamente. “Se está acelerando un proceso de mayor infantilización de la mujer, así como una perpetuación del estereotipo de belleza que solamente responde a lo que nos muestran influencers, actrices y modelos. Es decir, mujeres muy jóvenes. Salvo excepciones, esto tiene mucho que ver con la presión de la industria. Las influencers en general se mueven dentro del mundo de la moda y de la cosmética y la mayoría de las personas que las siguen se sienten infelices porque no llegan a ese estándar de belleza. La muestra es el aumento de retoques estéticos, productos, moda, alimentación y nutrición”, manifesó y consideró que todo lo expuesto conduce a que la gente modifique su propia percepción, “haciendo que se considere vieja a una mujer de menos de 40 años, que es cuando las mujeres que viven de su imagen, tienen que comenzar a hacerse retoques estéticos. Las actrices y modelos sufren una enorme presión en este sentido, presión que no van a recibir sus compañeros masculinos para retocarse”.

Por último, plantó otra gran pregunta: “Si un hombre es viejo se le presume conocimiento e inteligencia e incluso atractivo. A una mujer de la misma edad ¿cómo la miramos?”.

You weren't haunted those two days, you were filled with light. oil on canvas. 36 48”. 2013, por Angela Fraleigh. www.angelafraleigh.com

Dinero

La discriminación de la mujer por su edad obedece a las reglas impuestas por una cultura patriarcal y capitalista que se nutre y da de comer a un mercado económico sustentado en la disconformidad, la inseguridad y el temor a la vejez. “El patriarcado es la mano que mece esta cuna -estableció Tango- nos impone cómo tienen que ser nuestros cuerpos, es decir, cómo les gustan a los hombres nuestros cuerpos  y el capitalismo es el que provee de falsas soluciones contra el paso del tiempo y ganan mucho dinero con todos esos productos”, destacó.

Según la escritora, ese universo está distorsionando y modificando el mundo real. “Si no se muestra gente mayor de verdad, no modelos que parecen tener 25 años con canas si no cuerpos de señoras mayores reales, como dice la investigadora Anna Freixas, de 80 años que parezca que tengan 80 años de verdad, pues vivimos en ese mundo paralelo donde la vejez de la mujer no existe y por tanto es rechazada”, completó.

Ninguna pausa

No Pausa es una organización que intenta acompañar a las mujeres que dejarán de menstruar. Desde este espacio, Milagros Kirpach, indagó sobre qué implica socialmente la menopausia: “Asociamos a la menstruación con la feminidad y la reproducción con la producción. Con la menopausia, técnicamente perdemos esa potencialidad de reproducción. La fecha de nuestra última menstruación marca el “fin de la vida reproductiva” con lo cual podemos decir que, en el imaginario colectivo, dejamos de ser funcionales o útiles a ese sistema. El fin de la reproducción se asocia al fin de la producción”, analizó.

Desde No Pausa siguen de cerca las menciones hechas sobre la menopausia en Argentina. “Las pocas veces que alguien del medio ha hecho referencia, hemos escuchado cosas como «Me puse el chip sexual y volví a ser una bomba en la cama» (esto desinforma, la sexualidad es una construcción, nadie se pone un pellet hormonal (la forma técnica de nombrar al chip) y está saltando por las paredes). También hay un insulto muy común en el medio que es el de “concha seca”. Lo que nos olvidamos es que el 75% de quienes entramos en esta etapa vamos a tener sequedad vulvo- vaginal”, lamentó.

En la misma sintonía, Tango manifestó: “Nos quiere desechar porque ya no somos útiles en esa visión única del papel de la mujer -la de la reproducción- pero la realidad es que para muchas mujeres es una liberación dejar de menstruar. El estigma de la menopausia debe ser destruido y no vivirlo como una enfermedad. La activista May Serrano dice, al respecto, que hay que desvincular el climaterio de la función reproductiva para entender que no es una enfermedad si no algo natural, que es un periodo de unos diez años en el que el cuerpo se está preparando para dejar de ovular, momento que se da en la última menstruación y eso es la llamada menopausia, esa última menstruación”.

All the stories I have ever heard stand silent in the space beside me, 2016 oil, acrylic, and synthetic resin on canvas 90 x 198 inches, por Angela Fraleigh. www.angelafraleigh.com

Envejecer en paz

Revertir esta forma asfixiante y artificial de atravesar el tiempo y sus marcas es todavía un desafío del feminismo. Reconocernos con otros ojos es posible, de acuerdo a las pensadoras consultadas. “Les diría a las mujeres que se sienten viejas que pongan en crisis estos mandatos ancestrales en torno a una supuesta belleza, que solo es juvenil, que comiencen a animarse a mirar, a mirarse al espejo porque seguramente van a encontrar nuevas bellezas”, expresó Davobe y añadió: “Es muy importante la difusión de los nuevos paradigmas sobre el envejecimiento que ya desde la ciencia y desde la tecnología venimos trabajando, por lo menos desde hace 40 años atrás. Es necesario programas educativos, o sea, una educación no viejista que empiece a desarrollarse desde el jardín de infantes hasta la universidad. Necesitamos de las redes sociales para mostrar las nuevas formas de vivir de las personas mayores y también necesitamos prepararnos para envejecer. Los medios de comunicación tienen un rol fundamental en esto también”, propuso.

Por su parte, la artista española interpela a las mujeres y agita sus formas de estar en el mundo: "Debemos convertirnos en disidentes del edadismo, insumisas de parecer jóvenes, debemos mostrar nuestras arrugas y hablar de ello. Desde el feminismo también hay que tener en cuenta el trabajo y estudio desde una perspectiva transgeneracional, la vejez va a ser cada vez un reto más complejo en el contexto social al que nos dirigimos con peores sueldos, peor acceso a la vivienda, peores prestaciones por jubilación y en un mundo hiperconsumista, hipercapitalista e hipersexualizado en el que la vejez no es un valor, por ello es importante comenzar a trabajar en la línea de no excluir la vejez de la sociedad", dijo y subrayó: "Sobre todo, la vejez de las mujeres, que si además son pobres van a estar condenadas a peores situaciones y una mayor soledad y aislamiento”, concluyó.

* Las pinturas publicadas pertenecen a la artista estadounidense Angela Fraleigh, nacida en 1976 en  Beaufort, Carolina del Sur.