Estados Unidos volvió a avanzar sobre el comercio del régimen venezolano con la intercepción y confiscación de un nuevo buque petrolero frente a las costas del país caribeño. La operación se enmarca en la aplicación de sanciones internacionales y refuerza la postura de Washington sobre el control de actividades marítimas consideradas ilícitas en la región.
Se trata del segundo operativo de este tipo en cuestión de días, tras el anuncio del presidente Donald Trump de un endurecimiento total de las sanciones contra las embarcaciones que transporten crudo vinculado a la dictadura de Nicolás Maduro.
La operación, confirmada por funcionarios norteamericanos a la agencia Reuters, estuvo a cargo de la Guardia Costera y se realizó en aguas cercanas a Venezuela.
La nueva incautación se inscribe en una estrategia más amplia de presión económica y diplomática que busca asfixiar la principal fuente de ingresos del chavismo: el petróleo venezolano.
El despliegue militar estadounidense en el Caribe comenzó a mostrar efectos inmediatos. Según datos de monitoreo marítimo, varios buques que se aproximaban a la región optaron por dar marcha atrás ante el riesgo de ser interceptados.
En los principales puertos petroleros venezolanos, la actividad se redujo drásticamente. El antecedente más reciente es el del petrolero Skipper, incautado el 10 de diciembre y trasladado a un puerto estadounidense.
La Casa Blanca informó que el buque ya había sido sancionado por transportar petróleo iraní y que, tras una orden judicial, Estados Unidos tomará posesión de cerca de 1,85 millones de barriles de crudo. La tripulación, en tanto, fue interrogada como parte del proceso legal.
El impacto potencial de esta política es significativo. El petróleo representa históricamente más del 90% de las exportaciones venezolanas y constituye la principal vía de financiamiento del régimen.
La amenaza de nuevas incautaciones obliga a Venezuela a ofrecer su petróleo a precios muy por debajo del mercado a los pocos compradores que le quedan, como China, y a utilizar una porción cada vez mayor de sus menguadas reservas internacionales para contener la inflación.
En paralelo al frente económico, el clima político también se mantiene en alta tensión. Mientras crecen las especulaciones sobre posibles nuevas acciones de Washington, la líder opositora María Corina Machado continúa fuera de Venezuela tras una compleja salida del país que la llevó hasta Oslo.
El escenario regional, con mayor presencia militar estadounidense y un control más estricto del tráfico marítimo, refuerza la incertidumbre sobre los próximos pasos.