Según afirman expertos, el 3% de la población mundial padece agorafobia, un tipo de fobia que se inscribe dentro de los trastornos de ansiedad y que resulta altamente incapacitante, limitante.
Cerca del 90% de los agorafóbicos sufre una primera crisis. Tras ese primer ataque, que puede producirse en determinadas situaciones (en un puente, en el metro, en el trabajo...), el afectado trata de evitar que vuelva a repetirse, por lo que deja de frecuentar el lugar donde se produjo. Con el tiempo, puede que generalice su miedo a otras situaciones.
Pero, como explica Jerónimo Saiz Ruiz, jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid, la agorafobia es mucho más que el miedo a los espacios abiertos, tal y como piensa buena parte de la población. "En realidad tienen pánico a sufrir una crisis de angustia y que nadie les pueda ayudar. En ocasiones se confunde con la fobia social, también una de las más frecuentes. Pero mientras que en esta última el afectado tiene miedo a ser evaluado negativamente en sociedad, a ser humillado, a hablar en público... los agorafóbicos temen constantemente que les suceda algo y estén solos". Un miedo que se mezcla con otros síntomas como los mareos, las palpitaciones, la dificultad para respirar, las náuseas o la sudoración, entre otros.
Psicólogos especialistas insisten en que la agorafobia es una de las "fobias más discapacitantes que existen. Afecta fundamentalmente a jóvenes y mujeres y sus causas son tanto genéticas, como sociales y educacionales. Además, suele ir asociada a otras patologías, como trastornos de personalidad". Y no sólo eso. "Es frecuente que los afectados consuman alcohol o barbitúricos por sus efectos sedantes", agregan.
Pero no todo son malas noticias. De la agorafobia se sale. "Lo importante es querer, estar convencido de ello y contar con la información suficiente. Y es algo que sólo uno mismo puede conseguir", anima Begoña. También lo cree el psicólogo Rubén Carmona, que reconoce que "cada caso es independiente y que debe tratarse de forma individual. Unos afectados pueden tardar más tiempo y otros menos en recuperarse". Para el doctor Saiz Ruiz, la fórmula es "la combinación de medicación, sobre todo fármacos antidepresivos y ansiolíticos, con terapia psicológica, que tiene buenos resultados".
Fuente: El Mundo