Nadie sabe qué le habrá pasado por la cabeza a Gustavo Alfaro, entrenador de Rosario Central desde hace tres días, cuando escuchó (o le comentaron) el increíble discurso del presidente del club, Horacio Usandizaga, insultando y amenazando a los integrantes del plantel profesional. Pero seguramente no habrán sido sensaciones agradables. Lo único que puede afirmarse es que el DT recibió de rebote una bomba a punto de estallar, y que prefirió el camino de la cautela para que la onda expansiva de la diatriba del Vasco no se agrandara.
Tras la práctica de este lunes, el flamante conductor del primer equipo auriazul debió hacerle frente a las ineludibles consultas periodísticas sobre el tema del día. Y Alfaro apeló a toda su labia para desactivar apenas un cable de la explosiva perorata del presi: "Hay que tratar de tener calma, coherencia y bajar los decibeles”, pidió. “Central necesita ser un puño cerrado, porque si Central es una mano abierta lo más probable es que cuando pegue un golpe se rompa un dedo”, declaró.
Para Alfaro, "hay que tratar de que las diferencias estén zanjadas en cualquier ámbito. Es lo mismo que si yo tengo una diferencia con un jugador y la manifiesto a través de ustedes. Yo tengo que manifestarlo en el ámbito que corresponda. Si yo tengo que decirle algo a un jugador a un dirigente, lo haré en el ámbito que corresponda", tiró, mostrando indirectamente su desacuerdo con el método descarnado de comunicar que utilizó el presidente.
Una vez dicho esto, el rafaelino optó por evitar ahondar en el tema para evitar nuevos encontronazos. "Tomo las declaraciones como son y punto. No quiero hacer más análisis porque no me corresponde. Hace dos días que estoy", manifestó. "Muchas veces hay que ser valiente para callarse la boca, y yo en este caso me quiero callar la boca. Yo en definitiva quiero que el equipo esté pensando en Gimnasia porque es el único rival que tenemos”. Y cerró: "Cuanto menos trascendencia le demos a un problema, ese problema se solucionará más rápido".
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