Hace algunos años, las largas colas en los consulados para pedir doble ciudadanía eran una postal habitual. Poco importaba el país al que se fuera a pedir "asilo" siempre y cuando se abriera una posibilidad en el exterior. Con ese objetivo, miles de rosarinos rastreaban antepasados desconocidos y presentaban los papeles para conseguir el doble pasaporte. Algunos lo lograron, armaron las valijas y se instalaron en el exterior. Ese fenómeno tiene ahora su contracara: muchos hijos de argentinos emigrados regresan al país para pedir la doble ciudadanía.