Es evidente que estamos viviendo tiempos de enorme desconcierto en los cuales, como acertadamente decía el Dante Alighieri “la confusión de las ideas es el peor mal que pueda abatirse sobre las naciones”.

Esa decadencia del pensar es la que lleva a los gobernantes a desconocer la total interrelación que existe entre todos los fenómenos económicos y sociales. La política monetaria y cambiaria, la política impositiva y presupuestaria, la política industrial y comercial, la política agropecuaria, la política laboral y previsional, la política asistencial y educativa, la política judicial y de seguridad pública son consideradas como sectores aislados, que han de ser tratados independientemente con criterios casi siempre antagónicos.