Una nota publicada este miércoles por el diario Clarín, informa que su marca comercial es Rivotril (cuesta alrededor de 27 pesos los 30 comprimidos de 0,5 miligramos) y hay otras 43 copias en el mercado (algunas más baratas). De acuerdo al informe, el auge de esta droga responde al boca en boca, es decir, se recomienda su uso entre amigos y conocidos, perdiendo de vista que es un medicamento que se vende bajo receta médica.
Sin embargo, se pueden comprar sin receta y los adolescentes que los consiguen -empezando por sus propias casas- lo mezclan con otras sustancias, como alcohol y éxtasis, como habría sucedido en el caso de la muerte de la joven Camila Rodríguez el 15 de octubre.
"La gente se cree psiquiatra y toma clonazepam sin preguntar a un profesional si debe continuar su uso", dijo Néstor Marchant, presidente de la Asociación Argentina de Psiquiatras, a Clarín. Para su entidad, el clonazepam no debe ser consumido por más de cuatro meses. Después se puede seguir con psicoterapia.
"El medicamento bien controlado puede ser efectivo, pero genera tolerancia y hace que el paciente necesite aumentar la dosis. Tampoco debe ser abandonado repentinamente porque puede provocar el síndrome de abstinencia, con ansiedad, excitación, insomnio e irritabilidad. La consulta médica aporta su retiro gradual", explicó.
"Hay un uso salvaje del medicamento, por afuera del consultorio -señaló el jefe del departamento de psiquiatría de Ineco, Marcelo Cetkovich-Bakmas-. La angustia de la vida cotidiana es una reacción normal del organismo. Se debería intentar tolerarla y canalizarla. No tenemos por qué medicar en todas las situaciones problemáticas de la vida".
El consumo del clonazepam, según contó Carlos Gurisatti, de la COFA, aumentó de 5,1 millones de unidades en 2004 a 6,1 millones en 2006. A la vez, se redujeron las ventas de otras drogas de la misma familia, como el alprazolam y el bromazepam, que calman también la ansiedad y son sedativos. Tanto se impuso el clonazepam que se convirtió en uno de los 10 fármacos más vendidos del país, según la Escuela de Farmacia y Bioquímica de la Universidad Maimónides.
En las farmacias, reconocen por lo bajo que lo venden sin receta o se adquiere por Internet. También se expandió el tipo de especialistas médicos que lo recetan