Nunca entendí como a pesar de tener cautivos e insalubremente quietos a los niños, durante tantas horas diarias, varios días a la semana, no pueda la escuela hacerse cargo de los “deberes o tareas”. En la mayoría de los casos, este recurso multiplica los conflictos entre padres e hijos y se falta el respeto al derecho al tiempo libre, al juego o simplemente al descanso necesario. Ni hablar de los niños que deben ayudar en otras tareas del hogar o los que tienen doble escolaridad.