Un niño grita en medio de la góndola del supermercado. Se tira de panza al suelo y se retuerce. Tiene no más de dos años y llora con lágrimas como si se acabara el mundo. La madre lo mira agarrada del changuito con desconcierto, una pizca de furia en los ojos, pero también con ganas de llorar. La gente pasa y comenta: "Eso a mí no me lo hacen", "Yo le pego", "Qué estúpida, le está tomando el punto".