“Los síntomas pueden ser percibidos por el paciente como consecuencia de episodios repetidos de colapso del conducto de pasaje del aire (faringe y laringe) durante el sueño, por lo cual los motivos de consulta más comunes son el ronquido y los ahogos nocturnos”, señaló Borsini.
Estos episodios repetitivos de cierre del canal aéreo determinan despertares imperceptibles o inconcientes que evitan que el sueño adquiera continuidad y profundidad, por lo que los pacientes desarrollan excesiva somnolencia durante el día, destacó el especialista. “Eso aumenta el riesgo de incidentes en el lugar de trabajo y accidentes viales”, advirtió el neumonólogo. Asimismo, las apneas pueden originar síntomas poco típicos que frecuentemente son atribuidos a otras causas, como tendencia a levantarse muchas veces para orinar de noche, dolores de cabeza por la mañana, irritabilidad o nerviosismo, agresividad y cambios de la conducta, dificultades para concentrarse, perdida de la memoria y disminución del apetito sexual. Si no se la trata, también puede provocar o agravar dolencias cardiovasculares.
Por último, algunos pacientes con apneas del sueño permanecen sin síntomas por largos períodos de tiempo y sólo son sus parejas o compañeros de habitación quienes presencian las pausas en la respiración asociadas al ronquido: la pista inicial que inicia la investigación de la respiración durante el sueño.
De acuerdo a Borsini, la enfermedad es más frecuente en hombres con sobrepeso después de los 50 años. Sin embargo puede aparecer en mujeres, personas jóvenes, individuos sin sobrepeso e inclusive en los niños, afectando a uno de cada 200 menores de 10 años.
Además del interrogatorio y el examen clínico, el diagnóstico se confirma mediante polisomnografía, una técnica que estudia la calidad del sueño y que puede realizarse incluso en el domicilio del paciente. El tratamiento multidisciplinario, altamente efectivo, incluye el manejo del sobrepeso y la obesidad, cirugías para revertir la obstrucción del canal aéreo en ciertos casos seleccionados y, en los casos más severos, el uso de dispositivos que aplican aire a presión mediante una tubuladura y mascarilla durante la noche (CPAP).
“Es diez veces más barato cubrir los costos de la tecnología necesaria para diagnosticar y tratar a estos pacientes que correr con los gastos necesarios para resolver complicaciones, fundamentalmente cardiovasculares, que sobrevienen como consecuencia”, concluyó Borsini.
Fuente: Agencia CyTA – Instituto Leloir