La mirada desde un ángulo optimista muestra que el conjunto de Juan Antonio Pizzi depende de sí mismo para volver a primera división, aunque el panorama ya no sea tan favorable como antes de la antepenúltima fecha: ahora está segundo, un punto detrás de River, y no le lleva mucha ventaja a los dos que hoy jugarían la promoción: dos puntos a Instituto y tres a Quilmes.
El primer tiempo en el Cementerio de los Elefantes fue un paradigma del fútbol de la B Nacional: intenso, trabado, parejo y técnicamente mal jugado, con más intenciones en el equipo de Juan Antonio Pizzi pero sin la claridad necesaria para crear peligro real.
La única situación concreta derivó en una habilitación a Leonardo Monje –reemplazante de Antonio Medina– que el chileno definió al gol, anulado por una fina posición adelantada.
En la etapa complementaria, el conjunto paranaense aprovechó una ráfaga de superioridad sobre su rival y se puso arriba en el marcador, aunque lo hizo a través de una pelota parada: cayó un centro al área y peinó bustos, inatajable para el Melli García.
Sacudido, Central recuperó entonces la pelota y el dominio territorial y presionó en busca de la igualdad pero enfrente el arquero Sebastián Bértoli se mostraba firma ante cada embate o definición de los delanteros canallas, por entonces cuatro tras el ingreso de Santiago Biglieri y Javier Toledo para sumarse a Castillejos y Monje.
Mereció empatarlo la Academia, pero no era su tarde. Ejemplo de ello fue el tiro libre de Jesús Méndez –ingresó en la segunda mitad– que se estrelló en el palo cuando el guardavallas del Patrón sólo miraba y la daba por perdida.
Los de Pizzi se enfocan ahora en Chacarita, donde pueden lograr el regreso a la principal categoría si se combinan algunos resultados. Si no, habrá que apostar todo a la última fecha, ante Desamparados en San Juan.