Fernanda Blasco

Primer acto: Julia Roberts viaja a Italia y come spaghetti. Segundo acto: Julia Roberts viaja a India y se dedica a la meditación. Tercer acto: Julia Roberts viaja a Indonesia y busca el amor. ¿Cómo se llama la obra? Comer, rezar, amar, película que acaba de estrenarse en los cines rosarinos.

Tres verbos, tres países, tres objetivos. El film está basado en las memorias de la periodista Elizabeth Gilbert, quien escribió un best-seller sobre el viaje de autoexploración que encaró tras su amargo divorcio. La protagonista es una mujer en crisis que, tras darse cuenta de que siempre estuvo en pareja o recuperándose de una ruptura, intenta alejarse de todo lo conocido para recuperarse a sí misma.

El film genera expectativas antes de entrar a la sala por varios motivos. Además de Roberts, figura como coprotagonista Javier Bardem (aunque, en rigor, aparece hacia el final y no por demasiado tiempo). El libro vendió una increíble cantidad de ejemplares y fue alabado por la crítica. Además, la dirección recayó en Ryan Murphy, responsable de las exitosas series Nip/Tuck y Glee

Pero el "tour de autoayuda" no logra entusiasmar demasiado. El viaje, que demandó un año en la vida real, se siente en la ficción aún más extenso: dura dos horas y veinte minutos (le alcanzaba incluso para visitar un par de países más, diría un espectador escéptico). En ese lapso, el relato se desgrana con un ritmo pausado, matizado por innumerables reflexiones (demasiadas) y algo de humor (no suficiente). Lo más bonito: los escenarios, reales todos, verdaderas postales que quitan la respiración sin necesidad de retoques digitales ni agregados 3D.