Laura Escobar es una organizadora de espacios, entrenada por la propia Marie Kondo. El método KonMari se impuso en los últimos tiempos y hoy es furor en todo el mundo a partir de la serie de Netflix en la que Marie Kondo enseña a distintas familias a organizar (y organizarse). En contacto con Radio 2, dio algunas recomendaciones básicas para iniciarse en el método, adaptadas al estilo de vida argentino.
En diálogo con A diario, el programa que conduce Alberto Lotuf, Escobar destacó los beneficios del método Konmari y aclaró que no se trata de llevar una vida milimétricamente ordenada, sino de mantener cierto equilibrio entre lo que tenemos, lo que queremos y lo que usamos.
Así, por ejemplo, explicó que para Marie Kondo el número ideal de libros a tener es no más de 30, mientras que para otra persona podrían ser tres o 300. Por eso recomendó no dejarse tomar por el orden, sino adaptar el orden a nuestra forma de vida.
“Cuando limpiamos, nos enfrentamos con la naturaleza, al polvo. Pero cuando ordenamos, nos enfrentamos con el desorden, nos enfrentamos con nosotros mismos. Las cosas no llegaron ahí por arte de magia sino por decisiones nuestras”, observó Escobar.
Entonces, para comenzar con el método Konmari, señaló, no hay que salir desaforadamente a comprar cajas o contenedores, hay que hacer una hacer una introspección.
Lo primero en cualquier categoría a ordenar –Marie Kondo recomienda ordenar por categorías y no por espacios– es poner todos los objetos en un mismo lugar, contemplarlos, evaluar uno por uno y desechar ese que no nos trae felicidad. Y por felicidad, decimos, por ejemplo, esa remera que nunca usamos porque aunque esté nueva no nos gusta cómo nos queda, o nos la regaló una persona que nos trae malos recuerdos, o simplemente está en muy mal estado.
Poner todas las cosas en un mismo lugar –explicó Escobar– genera un primer impacto visual que nos hace repensar si realmente usamos todo lo que tenemos, y si necesitamos tantas cosas.
Las categorías son: ropa, libros, papeles, “komono” (baño y cocina) y objetos sentimentales. Nunca, nunca, empezar por la categoría “objetos sentimentales”, puede trabar todo el proceso.
Por ejemplo, los dibujitos de jardín de los hijos: “No tiene sentido tenerlos todos en un cajón, juntando humedad”. Acà hay que aplicar el método: ubicarlos a todos sobre una mesa y elegir los más representativos que después se pueden convertir en un cuadrito y en un lindo detalle en la heladera.
Después del proceso de descarte –que no necesariamente significa tirar a la basura– comienza el doblado –en el caso de la ropa– y guardado, que es todo un capítulo aparte.