La joven –que vive sola y estaba durmiendo en el momento de la explosión– despertó confundida y cubierta de vidrios, y lo primero que pensó fue que se trataba de un terremoto o un tornado.
En cuestión de segundos, avanzó por su departamento y notó que las ventanas habían desaparecido y el humo empezaba a invadir las instalaciones. Un vecino le avisó que se estaba derrumbando todo. Entonces, se puso unas zapatillas para no pisar los vidrios y así, en pijama, cubierta por una bata, tomó su celular y escapó por la escalera, ya que el ascensor “había explotado”.
Momentos después, se comunicó con su hermano y avisó a su familia que estaba a salvo y unos vecinos la hicieron pasar y le ofrecieron una taza de té, mientras ella intentaba entender qué había pasado.
Horas más tarde, pudo volver a su departamento semidestruido, acompañada por un bombero, y rescató sus documentos personales y algunas pertenencias.