La presidenta Cristina Kirchner hizo desde Villa Constitución una fuerte defensa del modelo económico y, en referencia al cacerolazo del 8 de noviembre, instó a la población en general y a la clase media en particular a no dejarse engañar por quienes “quieren volver al régimen ultraconservador que arruinó a la Argentina”. También hubo palos elípticos para el jefe de la CGT opositora, Hugo Moyano, y, en cambio, ni un solo cruce con el gobernador de Santa Fe, Antonio Bonfatti, ni referencia alguna al narcoescándalo que enfrentó a funcionarios nacionales y provinciales.

El modelo vivió, en realidad, una especie de fiesta que condujo la presidenta desde la planta de Laminados Industriales que fue a inaugurar. Es que además de este emprendimiento que permitirá fabricar chapas navales, un insumo básico de la industria pesada según describió la propia jefa del Estado, la jefa del Estado presentó, mediante teleconferencia, otras ampliaciones fabriles –la de Randón en Alvear y la de Nestlé-Purina en Santo Tomé– y una reapertura por demás emblemática: la de Paraná Metal, también en Villa Constitución.

Además, le entregó fondos a Bonfatti para fomentar la siembra de algodón en el norte provincial y se firmó la adhesión de Santa Fe al plan nacional de salud Sumar. “Más buenas noticias”, repetía la locutora de Presidencial antes de cada anuncio. La celebración se completó con la euforia de los chicos de La Cámpora y de otras agrupaciones kirchneristas, que colmaron la planta de Villa Constitución y estuvieron también en las de las otras localidades, y que –a contramano de las peleas entre funcionarios nacionales y provinciales de los últimos días– fueron sumamente respetuosos cuando Bonfatti hizo uso de la palabra.

A plena industria

Para la presidenta, fue un “un día a plena industria” en la provincia de Santa Fe, algo, entiende, demuestra que las cosas no son como escribe en letra de molde la prensa opositora.