Los ánimos están caldeados en el barrio Saladillo Sur. Tras la muerte del repartidor de golosinas baleado el jueves pasado en un asalto –en Hilarión de la Quintana y Castro Barros– se reavivó el reclamo por mayor seguridad en la zona y se reflotó el miedo a ser asaltado. En ese marco, la inseguridad real y la sensación de temor mostró su más delgado límite: un vecino denunció a un patrullero por amedrentamiento en la puerta de su casa, mientras desde la Policía seguraron que el móvil había sido enviado para patrullar el lugar debido a otro robo registrado en el fin de semana.