La motivación infantil y la diversión durante la práctica son las claves al momento de elegir un deporte. Los expertos aseguran que los padres no deben buscar competitividad o resultados. Eso asegura la adhesión al ejercicio.
A la hora de evaluar la actividad física en los escolares, la mitad de ellos reprueba y con mala nota: el 43,6% de los niños de 6 a 11 años es sedentario, y si se le suma que un tercio de ellos tiene sobrepeso u obesidad, el panorama es peor.
Por ello, incentivar la práctica de un deporte en esta etapa es fundamental, a juicio de los expertos. "Toda actividad física es recomendable porque mejora la autoestima, las funciones metabólicas; disminuye la obesidad y los riesgos cardiovasculares a futuro; además de que cierto grado de competitividad es bueno para la formación del temple de los niños", enumera el doctor Juan Pablo Oliva, traumatólogo de la Universidad Católica de Chile y especialista en medicina del deporte.
A todos estos beneficios se suma otra serie de ventajas físicas, psicológicas, emocionales y hasta académicas.
De allí que la tarea para padres y profesores sea ayudar a los niños a elegir el deporte que mejor calce con sus gustos y habilidades. "Lo principal en los niños que se van a iniciar en un deporte es la motivación", enfatiza la psicóloga Alicia Romero, experta en psicología del deporte de la Universidad Andrés Bello y directora de la Fundación Asciende. "Es importante que el niño esté interesado de manera autónoma y personal por una actividad deportiva determinada".
Esta recomendación apunta a un error que suelen cometer algunos padres al tratar de proyectarse en sus hijos. "Hay papás que presionan para que hagan lo mismo que ellos practicaron o lo que no pudieron hacer", advierte el doctor Oliva.
Además de la motivación, las destrezas individuales son lo primero que hay que considerar. Si el niño es más hábil en el tronco superior que con las extremidades inferiores, o si se destaca por su potencia física más que por su táctica, ayudan a escoger un deporte de fuerza, de resistencia, de combate...
Eso sí, "en los niños hay que privilegiar que el deporte sea algo fundamentalmente lúdico, y no buscar competitividad o resultados", precisa el doctor Oliva.
Asimismo, se debe dar la oportunidad de que conozca y practique distintas disciplinas, y no caer en la especialización antes de los 13 o 14 años. Además de que eso le permite desarrollar distintas destrezas motrices, desde el punto de vista traumatológico evita el riesgo de sobrecargar ciertas áreas del cuerpo. "El esqueleto a esas edades está en desarrollo y cualquier sobrecarga puede producir lesiones importantes", precisa el médico.
Lo recomendable es que el niño practique un deporte individual y otro colectivo, para que aprenda la importancia del trabajo en equipo. Eso también ayuda a formar la personalidad del menor: si es un niño muy tímido, un deporte en grupo puede ayudarlo a superar esa característica; o si es muy inquieto, un deporte individual lo ayuda a concentrarse.
"Pero esto debe ser bien supervisado porque el deporte en sí mismo no va a lograr que el niño supere sus falencias. A veces puede jugar en contra y hacer sentir al niño fuera de lugar, desmotivándolo", precisa la psicóloga Alicia Romero.
Por ello la especialista enfatiza que las habilidades del niño deben contrastarse con sus reales potencialidades. "Distintas investigaciones señalan que la aptitud inicial no es tan importante como el grado de motivación. Muchos aspectos, sobre todo de carácter, se pueden ir formando y moldeando en el tiempo con la misma práctica deportiva".
Por lo mismo, una vez que ha iniciado la actividad física, padres y profesores deben estar atentos a cuánta satisfacción siente el niño: si está contento, se siente orgulloso y muestra ganas de perseverar.
Un niño que realiza actividad deportiva logra una mayor capacidad aeróbica, más fuerza y mejor resistencia muscular a medida que crece. Asimismo, el ejercicio bien indicado favorece su estructura y densidad ósea, y junto a una buena alimentación, ayuda a la regulación del peso corporal, evitando los kilos de más (y las enfermedades asociadas a la obesidad).
A nivel psicológico y social, ayuda a desarrollar su autoestima, tolerar la frustración y controlar sus emociones. Fomenta su autonomía y su relación y compromiso con los demás. Asimismo, favorece la memoria y su rendimiento académico, al mejorar su ánimo y capacidad de prestar atención, según diversos estudios.
Hasta los 6 años, el niño puede realizar actividad física a modo de juego (como correr, saltar), pero de la forma más libre y espontánea posible.
Desde los 6 años puede hacer ejercicios más dirigidos, pero no especializarse en un único deporte, sino en varios (individuales y colectivos), para que desarrolle diferentes destrezas.
Desde los 9, los niños están en condiciones de seguir reglamentos y aprender las técnicas de un deporte. Ya puede inclinarse por uno o dos de su preferencia, pero sin exigirle rendimiento.
Desde los 12, los adolescentes ya pueden someterse a un entrenamiento con exigencia para desarrollar potencia, resistencia, fuerza y velocidad, entre otras capacidades.
Fuente: El mercurio