Era demasiada la alegría por el triunfo. Es la única explicación posible para que el panorama que Guillermo Lorente y los integrantes de la hasta ayer oposición se encontraron cuando el personal de Inspección General de Personas Jurídicas les abrió las puertas del club.
El paisaje en la administración, en las oficinas, en los distintos recovecos era desolador. El deterioro evidencia años sin mantenimiento. En una oficina había hasta un busto de Isaac Newell tirado. En otra había decenas de copas amontonadas en mal estado y estatantes de archivo con cajas absolutamente desordenados. Hasta los vestuarios dan asco.
“El estado de destrucción es total. Hasta se robaron las cámaras de seguridad del estadio, y faltan televisores y aires acondicionados de los palcos. También se llevaron las computadoras”, relató un dirigente que ingresó junto con Lorente. El paradero de los integrantes de la anterior conducción era una incógnita. Otra de las irregularidades que se anticipaban es que el predio de Ricardone no estaría a nombre de Newell´s.
“Eso no es nada, el problema va a ser cuando encontremos los números”, advirtió.
No alcanzó para empañar la emoción por el regreso a casa, la fiesta por el objetivo cumplido. Por eso, para el amuerzo, hubo hamburguesas en los parrilleros. Aunque parezca mentira, un hecho histórico.