Ricardo Robins (ricardo.robins@rosario3.com)

La madrugada del sábado 20 de julio, a la 1.45, una moto pasó por Agrelo al 1700, barrio Alberdi, y sus ocupantes lanzaron una bomba incendiaria contra dos portones de madera que dan al frente. Los vecinos salieron para apagar el fuego desconcertados. Uno de ellos encontró en el piso un sobre, que rescató de las llamas. Contenía una carta escrita a mano dirigida al jefe de la comisaría 10ª. Leyeron nombres y apellidos, apodos y direcciones de supuestos kioscos de venta de droga, que en ese momento a ellos les dijo poco. Un tal “David Sacaría”, “Luis Medina” y “Ema Pimpi” figuraban en la lista. Después del ataque a la casa del gobernador Antonio Bonfatti, a nueve cuadras de allí, y casi tres meses más tarde de aquel mensaje de tono mafioso, los mismos nombres volvieron a sonar.

Aquella carta, que en su momento no trascendió, ahora desnuda que esa parte de la zona norte de la ciudad era una suerte de olla a presión antes del gravísimo hecho del viernes 11 de octubre en la casa de Bonfatti. Previo al ataque en calle Agrelo, el 15 de julio, ocurrió un hecho similar contra tres viviendas ubicadas por Chiclana, a metros de la seccional del barrio. Las amenazas y mensajes cruzados contra supuestos narcos y policías comenzaban a salir a luz y manifestarse en los frentes del barrio. Se tomaron entonces como hechos aislados. Pero algunos de los nombres que figuran en la carta del día 20 de julio fueron vinculados -incluso allanados- por el atentado al gobernador en Darragueira y Gallo.

En la misiva se lo señala a “David Sacaría”, quien sería en realidad Delfín David Zacarías, detenido y procesado por ser el supuesto responsable de la mayor cocina de drogas decomisada en el país, ubicada en Funes. En ese momento no era un nombre conocido públicamente. A "Luis Medina" se lo vinculó esta semana como uno de los posibles hombres detrás del ataque a Bonfatti. Un mensaje de texto enviado a la jueza Raquel Cosgaya reforzó esa hipótesis. Su abogado Carlos Varela se presentó el viernes en la Justicia para afirmar que su defendido estaba a disposición de la investigación. Por otro lado, "Ema Pimpi" es el sobrenombre de un supuesto líder narco de la zona norte, señalaron fuentes policiales. Su hermano fue el único detenido que tuvo la causa por el atentado a Bonfatti, aunque después quedó desvinculado.

“Cuando fui a la casa del gobernador el viernes a la noche del atentado me acordé de esos ataques”, reconoció el diputado nacional y habitante del barrio, Juan Carlos Zabalza. “Forman parte de una sucesión de hechos muy graves que se dieron en la zona”, agregó el legislador socialista a Rosario3.com.

Zabalza recordó que el mismo sábado 20 de julio se reunió con los vecinos afectados por el fuego. Afirmó que al igual que los de calle Chiclana fueron blancos “al azar”, destinos casuales para elevar un mensaje. “Nos reunimos con los dueños de las viviendas y también con el comisario de la 10ª (Ronald Iván Cuñé) y todo eso fue comunicado al Ministerio de Justicia”, detalló.

Kioscos, narcos y policías

La misiva anónima, escrita a mano con birome negra en una hoja tamaño carta, afirmaba que el jefe de la seccional, Cuñé (a él estaba dirigida), cobraba cinco mil pesos por mes para proteger a grupos narcos de la zona. Apuntaba además a búnkeres que funcionaban en Sorrento y bulevar Rondeau, a cargo de “Chirola”, Travesía y Pacheco, de “Jorge”, Chiclana y las vías, que atendería “Ema Pimpi” un hombre de “Luis Medina”; siempre según la carta que originó una investigación dentro de la Policía.

Otro dato llamativo es que también se adjudicaba a “La Tata” el control de un puesto de venta de drogas en Blas Parera y Calvo y otro en Boedo y Ghiraldo, y esa persona aparecía como un lugarteniente de “David Sacaría” y “la familia Cantero”. “Sacaría” sería Delfín David Zacarías, quien fue detenido y procesado por ser el organizador y financiador de una organización delictiva dedicada al narcotráfico, entre otras acusaciones. El nombre de Delfín se hizo público tras un megaoperativo en Funes realizado recién el 5 de septiembre, es decir un mes y medio después de la carta.

El clan Cantero, capos de la banda Los Monos con sede en zona sur, y la familia Zacarías, dueña de más de 20 vehículos y 40 inmuebles, son dos de los nombres que más resonaron en la ciudad en los últimos tiempos, vinculados al narcotráfico.