Hay mucha gente que confunde la verdadera religiosidad del hombre con la práctica de cualquiera de los diferentes Dogmas Confesionales, de una manera exclusivamente Teística, según la visión de cada Religión. Debemos decir, que las creencias en Dios o los Dioses, fue anterior a la organización producida para establecer los Dogmas que se transformaron luego en Instituciones. El solo desconocimiento de los fenómenos naturales que observaba el hombre primitivo, dio origen a explicaciones, que hoy por muchos son cuestionadas. Solo las sostiene la Fe, que no necesita de comprobaciones como lo requieren las Ciencias. La Fe no acepta los errores, mientras que el reconocimiento del error, es base del pensamiento Científico. Error reconocido y vuelta a empezar a recorrer el camino de la Investigación. Si no se procede de este modo, solo hay pseudo ciencia.
De esta manera, suele existir satisfacción por el cumplimiento solo de rituales, que no siempre guardan relación con el verdadero significado de la religiosidad humana.
Se concurre regularmente a los diferentes Templos donde el Hombre se persigna en las Iglesias, se bambolea acompasadamente en la Sinagogas o se hinca en las Mezquitas, y aun otras simbologías que no representan la unión del hombre con el hombre.
Continuos pedidos de favores al Dios que adoran, con promesas olvidadas y no cumplidas, tan pronto salen de cada uno de esos templos.
La culpa por ese incumplimiento, sacada desde el pedido o ruego a Dios desde esos lugares, les resulta de mayor gratuidad que la concurrencia a la consulta psicológica para palearlas.
Cada una de esas grandes Religiones Monoteístas, así también como lo expresado por grandes humanistas de la Historia, tienen hermosas enseñanzas, que son la mayoría de las veces desvirtuadas, tanto desde los mismos concurrentes, como de las propias jerarquías que conducen los diferentes credos. De no ser así, el Hombre ya habría construido un Paraíso superior al del mito Bíblico.
Podemos extraer de ellas, y de tantos pensadores humanísticos, creyentes o no, los siguientes paradigmas para ser seguidos de manera real y efectiva, que cambiarían el curso de la evolución de la Humanidad.
Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
No matarás, no robarás.
Nada de lo Humano me es ajeno. (Terencio de Cartago)
Por encima de las Naciones está la Humanidad (Wolfang von Goethe).
Las diferentes alternativas para cambiar a la humanidad y hacerla más armónica, están enunciadas por los Profetas de Israel
Ellos nunca indicaron al Hombre cual debía ser el camino que debería recorrer, sino que solo mostraron las alternativas posibles que deben quedar a su libre elección. Esta elección propia ayuda al ser humano a ser libre y auto determinante de su vida, sin condicionarlo, lo cual de alguna manera lo hace prisionero y dependiente de algo superior. Le señalan esa cosa sagrada del Hombre que es su LIBERTAD e INDEPENDENCIA, indispensables para todo crecimiento.
Cumpliendo estas solas cosas brevemente enunciadas, entre todos tendríamos la posibilidad de hacer un mundo mejor.
Pero, ¿qué pasa cuando las grandes jerarquías de los diferentes Dogmas bendicen armas que ametrallan pueblos, que al fin y al cabo, son pueblos hermanos, ya que existe una sola raza? La humana.
¿Qué pasa cuando el conservadorismo instituido en esas jerarquías se opone al derecho inalienable de las familias constituidas civilmente o en parejas unidas por el amor, para hacer una planificación familiar, de acuerdo a las posibilidades para hacer alcanzar dimensión humana a los hijos traídos a este mundo?
¿Qué pasa cuando excluimos de la dignidad que debe tener cada hombre, sin importar sus creencias, culturas, poder económico, etc., a quienes tienen dudas de cómo se ha producido la creación del universo? ¿Por qué deben ser separados en dignos e indignos los que creen, los que dudan y los que no creen en un Dios formador de todo el Universo?
¿Deben marchar por caminos opuestos y disgregantes de lo social, quienes aman al prójimo y dudan de la existencia de Dios, de aquellos que también lo aman y creen en su existencia?
¿Porqué habría de tener un objetivo disgregante y separar en pecadores y probos a quienes tienen visiones diferentes de la creación? ¿Dónde está la amplitud?
¿No es el mismo amor, el nacido de personas con la libertad de sentir y de pensar de manera no semejante? ¿No es esto puro fundamentalismo?
Si la práctica de los diferentes Dogmas fuera en realidad sincera, ¿no habríamos ya construido en la tierra, como lo dijéramos anteriormente, un paraíso aun mejor que el paraíso bíblico, en estos miles de años que lleva la historia humana a la deriva?
Las divergencias nacen más frecuentemente, no de la falta de similitud en las diferentes creencias o en las dudas, sino de la falsedad en la práctica de los diferentes dogmas, tanto en los creyentes, como en los que dudan, como en los que niegan la existencia de un creador, llámese este Dios o Naturaleza o como fuere, o aun sin ninguna de esas creencias.
Los hombres que representan a las diferentes jerarquías de los Dogmas, son hombres con aciertos y errores semejantes a cualquier hombre en etapas de crecimiento.
Hemos tenido en la Iglesia Católica a un León XIII que hace mas de cien años en su encíclica Rerum Novarum preanunció; Debemos tener cuidado con la economía de mercado, pues ella no representa el reino de Dios.
Juan XXIII hizo que su Iglesia se pusiera al lado de los desheredados y excluidos por un sistema perverso, mientras que muchos representantes de la misma Iglesia se aliaron al poder autoritario de Estados que fueron dictatoriales y privaron a los hombres de ser libres y llevándolos además, a estados intolerables de pobreza, que le restaban toda posibilidad de realizarse como seres humanos con dignidad. Además, las jerarquías de esas mismas Iglesias, en muchas oportunidades no supieron defender a sus sacerdotes luchadores por una Doctrina Humanística, como lo es en muchas formas la cristiana.
También se han agregado a las tres grandes Religiones, otras que se sienten dueñas de la verdad absoluta en la interpretación de la creación del Universo. Cada una trata de hacerle sentir a las demás que su Dios es el verdadero y único y que las demás son sectas o fragmentos de las grandes religiones.