No siempre las palabras tienen idénticas interpretaciones o significados, ya que los mismos varían de acuerdo a la sociedad en la cual se las pretenda interpretar. No ocurre lo mismo en una sociedad solidaria, que lo que ocurre en otra donde predomina el carácter acumulativo y el rendimiento del capital en el menor tiempo posible, pasa a ser lo primordial que representa a dicha palabra. En la actual economía de mercado, se le suele llamar eficiencia, al rendimiento de cualquier acción en un determinado tiempo, en la multiplicación de los bienes materiales logrados, con el esfuerzo de quienes ponen sus energías físicas o intelectuales, para lograr tales objetivos. En una sociedad solidaria, tal cual lo expresáramos, la eficiencia siempre redunda en beneficio de los integrantes del colectivo social, sobre todo de aquellos más desposeídos de todos los tiempos. Por supuesto que dicha ganancia no es incompatible con que la inversión del capital obtenga cierto grado de beneficios y resulta lógico que esa inversión, que tiene su riesgo, obtenga un beneficio que le resulte retributivo de la misma. Lo malsano resulta cuando la “eficiencia” es a expensas de la pérdida o disminución de los derechos de los demás integrantes del colectivo social. Este aspecto se la ve en las diferentes esferas de la producción, en las Ciencias de la Salud, en la producción de medicamentos, en las prestaciones de los servicios públicos y aun en los privados, en todas las profesiones, etc. donde se frustran cada vez con mayor frecuencia, todos los caminos que se deben recorrer para llegar a lograr que dicha eficiencia redunde en beneficio de quienes serán usuarios de lo producido por los esfuerzos humanos.