En la ceremonia para reconocer al militante social y religioso, la nota de color la dieron los más de cien integrantes de la Orquesta del Barrio Ludueña formada por chicos de la zona
Por
Ricardo |
El Concejo Municipal reconoció este viernes a la mañana en una emotiva ceremonia al padre Edgardo Montaldo, como personalidad distinguida de la ciudad de Rosario, en reconocimiento a su trayectoria y su destacada labor en la difusión y promoción de los Derechos de la Infancia.
Participaron, entre otros, ediles de los distintos bloques, el secretario de Gobierno de la Municipalidad, Horacio Ghirardi; la subsecretaria de Promoción Social, familiares y amigos del homenajeado, así como numerosos militantes sociales del barrio de Ludueña, donde hace más de 40 años trabaja Montaldo.
La nota de color la dieron los más de cien integrantes de la Orquesta del Barrio Ludueña formada por chicos de la zona con apoyo de la Municipalidad de Rosario, que interpretaron distintos temas
El Padre de Ludueña
El proyecto de declaración destaca “la importancia que ha alcanzado en la ciudad de Rosario la tarea social, solidaria y pastoral desarrollada por el Padre Edgardo Montaldo”.
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El religioso nació en San Nicolás, provincia de Buenos Aires, el 22 de Marzo de 1930 y es hijo mayor de 6 hermanos. Tras su formación como salesiano y un largo recorrido, en 1968 dejó el magisterio y “comenzó como alumno”, aprendiendo las lecciones más importantes para trabajar “no para la gente , sino con la gente”.
En el barrio Ludueña creó un espacio de jóvenes, desde el espacio autodenominado “La Vagancia”, movidos por el testimonio y el trabajo de Claudio Pocho Lepratti, una de las víctimas de la represión de diciembre de 2001.
En diciembre de 2006, recibió el premio en Derechos Humanos “Pocho Lepratti” de la Oficina de Derechos Humanos y el Museo de la Memoria de la Municipalidad de Rosario por su trabajo incansable por los Derechos Humanos en el Barrio Ludueña.
Hablar del Padre Edgardo es hablar de la Vicaría, es hablar de Ludueña, de los espacios comunitarios, de los derechos humanos de niños, niñas, jóvenes, vecinos y vecinas de la ciudad, es reconocer que los cambios son posibles. Como él parafraseara : “Queremos soñar otro tiempo.... el tiempo del trabajo y de los salarios dignos.... donde ser jubilado sea una bendición y ser un niño un privilegio.... no estamos ni cerca de ese futuro, estamos en el tiempo exacto para diseñar el mundo que queremos”.