La preocupación de la comunidad educativa de ambas escuelas sufre la inseguridad diaria que significa recibir balazos en paredes y portones, provenientes de bandas rivales del mismo barrio que ajustan cuentas con armas de fuego, en la calle y a plena luz del día.
“En los últimos tres días se produjeron tres balaceras, y como saldo de uno de los episodios resultó herido un joven perteneciente a uno de los dos grupos contrincantes –los monos y los garompas–, cuenta una docente, y hace 10 días recibió un balazo que le provocó la muerte una menor de tres años, hija de una alumna de la escuela nocturna”.
Exceso de droga, de alcohol y de armas en el barrio generan un clima por demás de inseguro no sólo para dar clases, sino para sobrevivir. Los alumnos viven asustados y las maestras son asaltadas cada vez que salen de la escuela. Les roban los celulares y las mochilas con el material de trabajo.
Los internos de las líneas 141 y 148 del transporte urbano de pasajeros no entran más al barrio y los efectivos de la seccional 19 a la que corresponde la jurisdicción, les dicen a los vecinos que poco pueden hacer.
“Hace poco empezó a venir un vehículo de Gendarmería a patrullar las calles –cuenta una vecina– y las barras le apedrearon los vidrios y le rompieron un espejo retrovisor. El patrullero dejó de pasar porque según nos dijeron los iban a sancionar por los destrozos que sufrió la camioneta. Al tiempo volvieron y nos mostraron, sin que pudiéramos creerlo, que les habían iniciado sumario a ellos por los daños sufridos en el vehículo”. Con esa perspectiva, se pregunta la gente trabajadora del barrio que no tiene la opción de mudarse: "¿Quién va a querer venir a garantizarnos seguridad?".