La precandidata demócrata a la presidencia estadounidense, Hillary Clinton, se encuentra por estos días entre la espada y la pared: Eliot Spitzer, gobernador de Nueva York, superdelegado y partidario de la ex primera dama, está acusado de vincularse a una red de prostitución.
El escándalo alrededor de Spitzer llega en un momento crucial para el camino de Clinton a la Casa Blanca. Este martes se realizan internas en el estado de Mississippi y Barack Obama continúa siendo el favorito, aunque la diferencia es mínima.
El gobernador neoyorquino está acusado de estar presuntamente vinculado a una red de prostitución y recibió un plazo de 48 horas de sus rivales republicanos para renunciar a su cargo o de lo contrario iniciarán un proceso para lograr su destitución, informa la cadena inglesa BBC.
Este ultimátum representa un arma de doble filo para Hillary Clinton: Si Spitzer no renuncia, seguirá sumando prensa negativa asociada a la ex primera dama, ya que el gobernador es uno de sus partidarios más importantes.
En cambio, si renuncia, el costo podría ser aún mayor, debido a que Spitzer es uno de los superdelegados demócratas con los que Clinton cuenta para superar la difícil y reñida interna.
“Obviamente le mando mis mejores deseos al gobernador y su familia”, dijo solamente ayer la ex primera dama al ser consultada por periodistas, según consigna el diario Washington Post en su página web.
Además, esta no es la primera vez que Spitzer le trae problemas a Clinton en su carrera a la Casa Blanca.
A fines de octubre lanzó una polémica propuesta para que los inmigrantes ilegales neoyorquinos puedan obtener su licencia de conducir, iniciativa que se convirtió una de las críticas y pedido de excusas de Barack Obama en uno de los primeros debates.