La licenciada en Filosofía Alicia Susana Martínez, del Instituto de Enseñanza Superior del Ejército, realiza un recorrido por diversos aspectos de la investigación educativa en las universidades. La investigadora analiza el grado en que la investigación pedagógica cumplió y cumple su misión de ser la fuente del conocimiento en que se basa una profesión. “El sentido de profesión -señala Martínez al portal especializado Infouniversidades- indica la profesión educativa en general, integrada tanto por profesores como por orientadores, directivos, gestores, etcétera”.
El conocimiento pedagógico se ha convertido, a causa de la investigación, en un saber centrado en ciertos contenidos, con una estructura conceptual y un modo propio de producir conocimiento. La investigación educativa inició su desarrollo cuando integró los estudios pedagógicos a las universidades.
En algunos países como Estados Unidos, se sustituyeron las tradicionales Escuelas Normales para la formación de maestros; mientras que en países europeos, los estudios superiores de pedagogía en las universidades se crearon al margen de la formación de los maestros que, hasta hace pocos años, fueron responsabilidad de las citadas Escuelas Normales. Teoría y práctica caminaban por caminos paralelos.
La investigación pedagógica es un modo de producir conocimiento que contempla no sólo saber con precisión qué se debe hacer, sino también cómo hacerlo para mejorar la educación, sin dejar de tener en cuenta el principio -inherente a toda la investigación científica- de plantearse problemas exclusivamente de conocimiento. La investigación se enfoca en el desarrollo de conocimiento, pero un conocimiento que pueda ser empleado para optimizar la educación.
La investigadora indica que el conocimiento pedagógico sin compromiso con la mejora de la propia realidad educativa corre el riesgo de carecer de sentido. Es por esto que la forma de producción del saber reside en aprender haciendo. Se aprende a medida que se desarrolla una actividad, se valora lo que se aprende y, al cabo del tiempo, se perfecciona la práctica.
Martínez señala que uno de los problemas que aparecen cuando se intenta investigar los fenómenos educativos es la singularidad del objeto, los fenómenos tienen un carácter inacabado y una simbología diferente a la de los fenómenos naturales. El objeto de la investigación educativa no puede reducirse a la producción de conocimiento con el sólo fin de incrementar la teoría sino que, además, implica el perfeccionamiento de los que participan en cada situación educativa, transformando sus conocimientos, actitudes y comportamientos.
Teoría y práctica: el mismo camino
La utilidad del conocimiento pedagógico reside en su incorporación al pensamiento y acción de los agentes, como por ejemplo, del profesor y el alumno. La universidad centrada en el aprendizaje debe producir cambios sustanciales en los estudiantes universitarios, dotándolos de las habilidades que exige la sociedad del conocimiento y de las capacidades profesionales que les permitan insertarse en el mundo laboral. Esto implica hacer partícipes a los estudiantes en la responsabilidad de su proceso de formación. La teoría depende fuertemente de la práctica, ya que en ésta entran en juego aspectos humanos que no pasan inadvertidos.
Otorgar un lugar para la ampliación y mejora de los logros del estudiante es una de las claves para diversificar las alternativas y tener en cuenta diferentes estilos y formas de aprender. En este sentido el rol del profesor, sin eliminar la clase magistral, debe convertirse en el de un guía capaz de asumir el acompañamiento que necesitan sus alumnos para descubrir la “verdad” y no ser simplemente informados acerca de ella. El profesor deberá aprender a asumir diferentes formas de enseñar y ayudar a aprender.
Si se tienen en cuenta estos aspectos, es posible deducir que los procesos de cambio e innovación en la enseñanza universitaria tienen que dar cuenta de mejoras en los procesos de autoaprendizaje, uso de modelos flexibles y diseño de entornos que sepan combinar lo individual con lo colaborativo.
Fuente: Infouniversidades