Los aspirantes presidenciales Hillary Clinton y John McCain se sumaron a activistas, líderes cívicos y sindicalistas que ayer celebraron en Tennessee (Estados Unidos) el legado del líder de los derechos civiles afroamericano, Martin Luther King, en el 40 aniversario de su asesinato..

El peregrinaje a Tennessee, y en particular a Memphis, coincide con una reñida campaña electoral en la que los candidatos presidenciales en liza, el republicano McCain, y los demócratas Clinton y Barack Obama, se presentan como la opción idónea para el avance social en el país.

Durante un discurso en el motel Lorraine en Memphis, donde fue asesinato el líder cívico, McCain, republicano por Arizona, confesó su "error" al oponerse en 1983 y durante muchos años a un día festivo en memoria de King. Bajo una intensa lluvia, McCain elogió la lucha de King por la equidad racial y la justicia económica y dijo que "ese fue un error y después tuve la oportunidad (...) de luchar por el reconocimiento del doctor Martin Luther King con un día de fiesta en mi estado" de Arizona. Aunque algunos lo abuchearon, la audiencia, en su mayoría afroamericana, le gritó "te perdonamos".

Clinton voló expresamente desde California a Memphis, a 3.000 kilómetros, para participar en un acto de homenaje en una Iglesia, donde recordó la "desesperanza" en la que se vio sumida cuando se enteró de la muerte del líder, hace 40 años.

Su oponente, el senador Barack Obama –el único que no estuvo en Memphis– destacó cómo Martin Luther King tuvo la capacidad de entender que la "lucha por la justicia económica y la justicia racial es la misma".

Aprovechando el aniversario, el presidente George W. Bush emitió un comunicado en el que recordó cómo el asesinato "hurtó a EE.UU. del mayor y más consecuente defensor de los derechos civiles y de la igualdad", y recordó que su lucha sigue viva y no ha concluido.

Firme creyente de la no violencia para la resolución de conflictos, Martin Luther King Jr, ganador del Premio Nobel a los 35 años, encabezó movilizaciones contra la segregación y discriminación de los negros durante la década de 1950 y 1960.

El activista, ya para entonces un influyente actor político, había viajado a Memphis para organizar una campaña por un salario digno para los trabajadores de sanidad, en el marco de un esfuerzo por unir los derechos laborales y los derechos civiles.

De profunda fe y entregándose "a la voluntad de Dios", el hombre que en víspera de su muerte dijo haber visto "la Tierra Prometida", encontró su fin en el hotel Lorraine, destino obligado del peregrinaje de numerosos activistas.